El 67% del total de población que ha perdido su empleo
desde el comienzo de la crisis en 2008 tenía menos de 30 años. Un dato
rotundo que está detrás del 52% de tasa de paro que soporta hoy en día
la juventud española, la más alta de Europa junto a la de Grecia. Un
informe de la Fundación Primero de Mayo de CCOO alerta sobre los altos
niveles de desempleo y precariedad juvenil y rechaza el estereotipo de
los ni-ni.'
El informe constata la
especial sensibilidad del desempleo juvenil a las variaciones del ciclo
económico, especialmente durante la crisis, más que en el caso de la
población trabajadora adulta: entre 2008 y 2012 el empleo juvenil ha
registrado un descendo de 1,9 millones de personas, que representan el
67% del total de población que ha perdido su trabajo en este periodo.
¿La consecuencia? Un "fuerte aumento" de la tasa de desempleo entre las
personas jóvenes, sobre todo en el grupo de edad de entre 16 a 24 años,
con una tasa de paro que ha llegado al 52% en 2012.
La Fundación señala, no obstante, que la evolución del empleo entre las
personas jóvenes de 25 a 29 años (que han pasado de una tasa de
desempleo del 11,3% en 2008 al 31,2% este año) es quizá "más relevante".
"La razón es que este grupo manifiesta en general pautas laborales más
cercanas a las de la población adulta, por lo que un aumento de 20
puntos de su tasa de desempleo en cuatro años constituye un hecho
realmente preocupante" subrayan.
Precisamente, el lema elegido este año
para conmemorar la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se
celebra en todo el mundo el próximo domingo 7 de octubre, es
'Juventud sin empleo, sociedad sin futuro'.
Aunque la
tasa de paro femenina sigue siendo mayor que la de los hombres, a
pesar de la fuerte destrucción de empleo masculino durante la crisis,
en el caso de la población joven la situación es diferente: la tasa de
paro de los hombres jóvenes es mayor (del 54% entre 16 y 24 años, y del
32,9% entre 25 y 29 años) que la de las mujeres jóvenes (del 49,8%
entre 16 y 24 años, y del 29,3% entre 25 y 29 años). La diferencia se
debe fundamentalmente a dos razones: sectores productivos y formación.
Los hombres jóvenes se han concentrado en sectores más afectados por la
crisis, mientras que las jóvenes tienen más presencia en segmentos que
ha resistido mejor a la crisis. Por otro lado, en el mercado de
trabajo hay más mujeres que hombres con niveles altos, un segmento con
menos descenso del empleo.
El análisis en detalle de
los datos disponibles permite señalar "que el presunto crecimiento y
amplitud de los 'jóvenes ni-ni' en los últimos años en España no tiene
un fundamento empírico sólido", asegura el informe, que señala que, muy
al contrario, desde que comenzó la crisis en 2008 el porcentaje de
personas jóvenes que están inactivas pero estudian y se forman ha
aumentado, una tendencia que se extiende entre hombres y mujeres
jóvenes. La Fundación rechaza el calificativo de 'ni-ni' y dice que
estas visiones de la juventud "tienden en buena medida a
culpabilizarles por su situación" y contribuyen "a ocultar la realidad
laboral y social de las personas jóvenes en España".
"Los efectos son devastadores. Se está naturalizando una situación que
no deberíamos aceptar: que una persona no encuentre un trabajo
medianamente estable hasta los 30 o 35 años, y eso si lo encuentra",
denuncia el presidente del Consejo de la Juventud, Ricardo Ibarra, que
rechaza con rotundidad el concepto de 'ni-ni', que no represente "ni un
1%" de la juventud. "Lo que tenemos son jóvenes que ni pueden estudiar o
que ya están muy cualificados, ni pueden trabajar porque no encuentran
empleo, tenemos muchos jóvenes preparados que se tienen que ir fuera,
otro grupo con baja cualificación y que la crisis ha dejado en el paro y
bolsas de jóvenes excluidos cada vez más grandes", dice.
"Nuestro Estado del Bienestar no está orientado a los jóvenes. Los
servicios sociales sólo dedican un 1,1% de sus actividades a la juventud
y la política está orientada a colectivos de más edad. No se trata de
que haya una guerra de edades, pero ante un mercado laboral tan
difícil como el que tenemos y una juventud muy heterogénea, hay que
analizar como redefinir el estado del bienestar y cómo rediseñar el
mercado de trabajo para permitir que los jóvenes puedan realizar sus
proyectos vitales", afirma Antonio López, catedrático de Trabajo
Social de la UNED. López también crítica el adjetivo 'ni-ni', que
considera una forma de "estigmatizar" a una juventud muy heterogénea
mediante "estereotipos negativos que no son ciertos".
Más vulnerables
Varios factores han hecho que el empleo de los jóvenes fuera más
vulnerable a los vaivenes de la economía. Uno de ellos es la
concentración del empleo juvenil en actividades "significativamente
afectadas por la crisis", como la construcción, la industria
manufacturera y el comercio (que concentran el 66% de los empleos
perdidos por las personas jóvenes en los últimos cuatro años y en
actividades que requerían poca cualificación.
El
factor más determinante ha sido, sin embargo, la precaridad laboral
caracterizada por la alta temporalidad del empleo juvenil. "Ha
facilitado la incorporación al mercado de trabajo de las personas
jóvenes en las etapas de expansión económica, pero también ha
determinado un mayor grado de vulnerabilidad, debido a que el mayor
impacto de la crisis ha recaído en los empleos temporales", subrayan.
Sin embargo, el informe señala otros factores que influyen "de forma
especialmente negativa" al empleo juvenil y favorecen su precariedad: la
"importancia" de modalidades de trabajo sin relación laboral, como las
becas; la extensión de los llamados 'falsos autónomos' (obligados a
darse de alta como tal para evitar el pago de la Seguridad Social a las
empresas); la economía sumergida; las peores condiciones de trabajo y
los salarios bajos; el desajuste entre la formación adquirida y el
puesto de trabajo desempeñado o el menor acceso a protección social,
entre otros.
El informe destaca además que el
porcentaje de jóvenes desempleados de larga duración (un año o más en
paro) "ha aumentado notablemente hasta situarse en valores superiores al
40%". Para la Fundación, los datos "conforman un escenario realmente
preocupante, ya que la prolongación del periodo de desempleo contribuye a
aumentar significativamente el riesgod e pobreza y exclusión social".
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