A penas unas horas duró el nuevo centro social Magerit.
Durante la tarde de ayer un grupo de activistas del barrio de Lavapiés,
con el apoyo de la convocatoria de las asambleas de la biblioteca y el
archivo del movimiento 15-M, decidieron volver a entrar en el edificio
de la calle Santa Isabel, donde se encontraba el que había sido su
proyecto durante dos años, el CSO Casablanca, desalojado por la Policía el pasado día 19 de septiembre.
Pero poco después de que por las redes sociales se anunciara la
apertura del nuevo centro llegaron varias furgonas de las UIP, los
antidisturbios, y pusieron fin a este nuevo intento.
Por
la noche, cuando las puertas ya habían sido abiertas y grupos de
amigos, activistas y curiosos se acercaron a la reapertura del centro
que durante estos últimos años había llenado de charlas talleres,
asambleas, exposiones y otra infinidad de actividades sociales y
culturales el barrio de Lavapiés. El ambiente era de relativa
tranquilidad. De repente, varias personas gritaron "¡Llega la Policía! ¡Todo el que no vaya a estar dentro que se vaya ya!".
Alrededorde 60 personas que permanecieron dentro del centro fueron identificadas por la Policía.
Se
cerraron las puertas y alrededor de 60 personas quedaron dentro, muchas
de ellas por que no habían tenido tiempo de salir, sin tener
previametne intención de permanecer en el desalojo. En la entrada, un
grupo de jóvenes se agarró por las manos, pero poco resistieron a los
golpes, empujones y patadas de los antidisturbios. Agentes de paisano
con el rostro cubierto con bragas y capuchas grababan las caras de todos
los congregados. Finalmente, otros policías con mazas derribaron la entrada y entraron en el centro.
Mientras,
en las calles aledañas se desplegaron varios dispositivos de
antidisturbios impidiendo que se acercaran los jóvenes que permanecían
por la zona. Y los vecinos de los edificios colindantes protagonizaron
una cacelorada gritando "fuera la Policía de nuestros barrios"
Después de una hora, la Policía dejó salir a las personas que se habían quedado dentro del edificio, después de haberlas identificado a todas.
Una corta okupación
El
pasado 19 de septiembre la Policía Nacional rompió el encanto del
edificio que, durante dos años, había servido como lugar de encuentro
para movimientos sociales como 15-M o el movimiento estudianti, aunque nunca como vivienda. Pero en la tarde de ayer, los manifestantes que acudieron a una concentración convocada por BiblioSol y Archivo 15-M, se encontraron con una grata sorpresa. El centro, su centro, volvía a estar ocupado.
Unas 200 personas celebraron
la buena noticia frente al espacio situado en el número 23 de la calle
Santa Isabel, siempre en presencia de la Policía. Dentro, los nuevos okupas desplegaron una pancarta en la que rebautizaron el local como CSOA Magerit, en honor a un centro para personas discapacitadas que corrió el riesgo de desalojo bajo el mando de Esperanza Aguirre.
"Queremos una alternativa a este mundo cada vez más inhabitable", explicaron
Al poco tiempo, mientras los okupas desde las ventanas y los concentrados desde la calle gritaban lemas como "Un desalojo, la misma ocupación",
llegaron varias furgonas de la UIP, los antidisturbios, que se
desplegaron alrededor del edificio. Los concentrados se colocaron
delante de las puertas.
Tras un rato de tensión, la Policía se marchó.
"Las razones que nos han llevado a elegir este lugar tienen
que ver con la situación que vivimos actualmente. La crisis económica en
la que nos encontramos ha sido motiva en gran medida por la codicia de
quienes están jugando con nuestras vidas”, declara la asamblea en el
comunicado que han lanzado desde las ventanas. Así, agregan que “al liberar este espacio de la especulación, queremos poder construir en él, junto a mucha gente, una alternativa a este mundo cada vez más inhabitable”, concluyeron.
Pocas
horas después se marchaba la alegría, los jóvenes volvían a perder el
centro social y Lavapiés estaba otra vez lleno de antidisturbios.
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