Los amos de la maldad
Eso que llaman hoy en día «La Crisis », no es mas que el fruto de lo que esta
sociedad ha venido sembrando y cosechando, sembrando y cosechando durante estos
últimos cien años.
El egoísmo extremo, el sálvese quien pueda, la inacabable elección de
corruptos en los estados, la adoración al dinero -pues no posee olor-, la
adulación de súper hombres y súper mujeres de todo tipo y toda laya, bajo el
ropaje de estrella o modelo social, político y aun, económico y la imposición de
la mentira por verdad no tiene par.
Encaja esto, con la gran estupidez de la mayoría de creer poder devenir como
sus propios ídolos de fango, llenos de riqueza y veneración y opuesto al valor
humano, es la encrucijada más peligrosa y casi irreversible que pueda sufrir
esta sociedad enferma y al garate.
Los talibanes o pontífices de la barriada opulenta y apestosa, hacen creer
que la crisis es meramente económica.
¡Pero no! Pues lo cierto es que se extiende a los confines de lo humano, allí
en donde verdaderamente hace daño, hace mal mal, es destructora, pues al fin y
al cabo, el Dios dinero es una invención del hombre en su mas infinita
estupidez, ya que su cerebro o su inteligencia no le dan para mas. Cuantificar
los valores humanos ha sido su perdición.
Ricos y pobres han perdido el horizonte, han perdido el juicio, aunque sus
caminos son totalmente opuestos. Ya que los primeros, con sangre ajena hacen sus
debates de como adquirir mas fortuna, de como apabullar mas a su semejante,
mientras que el segundo entrega su sangre creyendo no tener otra solución y en
ocasiones ofrenda la de su vecino, para no ser el ultimo en la fila de los que
esperan réditos infames del poderoso de turno.
Y al mismo tiempo el uno y el otro escupen sobre una minoría, al fin y al
cabo minoría, que no sometida, siempre ha luchado contra esa infamia mayor, que
ha combatido contra esa crisis permanente pagando con su existencia, un precio
bastante elevado para el genero humano.
La maldad tiene nombre y en primera línea esta una minoría, los que
atornillados a sus sillones en fino cuero y oro, ese oro mancillado, dan quedas
ordenes para aplastar grandes bancos cuando conviene y crear otros para no
perder la costumbre, estos apoltronados en sillones prestados, pero de los
cuales se han adueñado sin rubor, siguen pidiendo gentilmente fabricar mas
bombas y planificar otras guerras para que todo siga igual, para que nada cambie
y, yace mas de cien años perdura este cuento.
Entre tanto la mayoría jubila y los aplaude locamente, como sino comprendiera
ese lenguaje de aniquilamiento humano y hace corrillos para formar sus anillos
de seguridad y hace corrillos para serviles sin pestañear y hasta se convierten
en manada para hacer prosperar sus bancos y conforman incesantes y enajenados
ejércitos para hacer estallar sus bombas por do quier. Los que mas, hacen
gavillas con matracas para atacar a los descontentos.
Las democracias se lavan las manos ante la muerte por física hambre de niños
mujeres y ancianos o simplemente les obsequia bombas inteligentes, mientras que
los dueños de ésta, brindan con jolgorio y champaña la buena salud de sus
potentados negocios. Las mayorías se ahogan en su extrema miseria.
La crisis no esta en los bancos, ni en los billetes con monetario valor, ¡no!
La crisis esta en ese ejército humano que no sabe para donde va…
Y rehúsa detenerse para aprender como tomar el buen camino.
El ejército humano esta perdiendo la razón… rehúsa tomar un respiro…
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
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