El PP consiguió una victoria histórica en Andalucía y hacerse con la mayoría del Parlamento, pero comenzó a pagar la factura de las medidas tomadas por el Gobierno español y se quedó lejos de sus expectativas de mayoría absoluta. El PSOE evitó la anunciada debacle y, a pesar del fuerte y esperado descenso, podrá seguir gobernando su bastión con el apoyo de Izquierda Unida. Esta formación duplicó su representación en escaños.
El PP y los sondeos habían fijado objetivos muy altos en Andalucía que pasaban incluso por la mayoría absoluta, lo cual ha hecho que la victoria que por primera vez ha logrado en esta comunidad autonómica haya supuesto una profunda decepción y le aleje del próximo gobierno.
El PP consiguió 50 escaños, con el 40,62% de los votos, tres escaños más que en los comicios de 2008. Pero perdió casi medio millón de votos respecto a las elecciones generales, lo que, unido al resultado de Asturias da idea de que los recortes sociales y la reforma laboral han empezado a pasar factura como lo hicieron con el Gobierno del PSOE.
Por su parte, el PSOE logró 47 diputados -una caída de nueve escaños respecto a la anterior convocatoria- y el 39,54% de los votos -nueve puntos porcentuales menos-, el peor resultado de su historia.
El partido que llevaba 30 años en el poder de la Junta andaluza no solo ha pagado las políticas del anterior Ejecutivo español, sino también los casos de corrupción detectados.
A pesar del descenso, el partido de José Antonio Griñán evita la anunciada debacle y consigue una «dulce derrota» que, incluso le permitirá gobernar con el apoyo de Izquierda Unida.
Los escaños de IU, decisivos
Precisamente, IULV-CA ha llegado a duplicar su representación de tres a seis escaños, con el 11,35% de los sufragios. El coordinador federal de IU, Cayo Lara, descartó que pueda repetirse en Andalucía lo ocurrido en Extremadura, donde la abstención de sus tres diputados permitió un gobierno del PP en esa comunidad, y avanzó que utilizarán sus escaños para que no gobierne el candidato del PP, Javier Arenas. No obstante, el diputado electo y alcalde de Marinaleda (Sevilla), Juan Manuel Sánchez Gordillo, -que arrasó en su localidad con el 67% de los votos-, aseguró que sería «un error» pactar un gobierno con el PSOE porque «no se puede apoyar un barco que se hunde» y apostó «más por las políticas que por las consejerías».
El candidato del PSOE, José Antonio Griñán, se comprometió a conseguir que Andalucía tenga un gobierno «estable», mientras el candidato del PP, Javier Arenas, prometió «diálogo».
UpyD y el Partido Andalucista no lograron representación parlamentaria.
La participación en las elecciones andaluzas ha sido del 62,22%, diez puntos menos que en 2008, y solo por detrás de los comicios de 1990 (55,34 %).
PP y Foro, obligados a pactar para gobernar Asturias
En el caso inverso a Andalucía, el PSOE ganó las elecciones en Asturias pero no asegura su gobierno. Frente a lo que anunciaban las encuestas, consiguió ganar con el 31,97% de los votos que le darían 16 escaños mientras que Foro y PP, con 13 y 10 diputados respectivamente, sumarían la mayoría absoluta en el Parlamento regional, si logran ponerse de acuerdo. De esta forma, el PSOE consigue incluso un escaño más que en mayo de 2011 mientras que el partido del presidente autonómico, Francisco Álvarez-Cascos, pierde tres y el PP mantiene sus resultados a la vez que IU obtiene cinco -uno más- y UPyD entra por primera vez en el Parlamento asturiano con un representante. La participación se redujo al 55,76 %, la más baja de la historia en los ocho comicios regionales celebrados desde 1983, y que desciende en más de once puntos en relación con la convocatoria de mayo de 2011. El PSOE ha conseguido incrementar su porcentaje de apoyos respecto a los anteriores comicios al pasar del 29,9% al 31,9% mientras que el Foro de Álvarez-Cascos pasa del 29,6% en mayo al 24,8% y el PP lo hace del 19,95% al 21,42%.
Izquierda Unida y UPyD son los únicos grupos que ven incrementado su número de votos respecto a las anteriores elecciones. La candidata del PP, Mercedes Fernández, reconoció que los resultados de su partido, que ha repetido los diez diputados de la anterior legislatura, «no son satisfactorios» y reiteró la disposición a mantener el diálogo ante una posible negociación con Foro. Por su parte, Cascos vio imprescindibles los acuerdos.
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