Según el pensamiento dominante en los
establishments financieros, políticos y mediáticos que configuran la
sabiduría convencional en el conocimiento económico, la deuda del Estado
español (aproximadamente un 90% del PIB) se debe al excesivo gasto
público realizado en el país durante los años de bonanza en los que se
despilfarró el dinero público. Y para confirmar tal aseveración se citan
casos como el del AVE, que en muchas partes de España apenas tiene
pasajeros, o las carreteras que no llevan a ninguna parte y muchos otros
ejemplos de derroche de dinero público que –según la sabiduría
convencional- nos han llevado a la crisis actual.
Un indicador de tal
crisis es la elevada prima de riesgo que el Estado español tiene que
pagar para poder conseguir dinero de la banca, pues ésta (conocida como
los mercados financieros) está dejando de tener la confianza en la
capacidad del Estado en poder pagar los intereses de su deuda pública.
De ahí la necesidad de recortar gasto público a fin de disminuir el
déficit y la deuda pública y recuperar así la famosa “confianza de los
mercados”, la frase más utilizada en la narrativa oficial de los
gobiernos español y catalán para justificar sus recortes
presupuestarios.
LA GRAN ESTAFA.
El crecimiento de la deuda pública, sin
embargo, tiene muy poco que ver con la supuesta exuberancia del gasto
público. En realidad, el gasto y empleo público español, incluyendo el
catalán, son los más bajos de la UE-15. Sólo un adulto de cada diez
trabaja en el sector público en España (en Catalunya no se llega ni a
este ratio). En Suecia, es uno de cada cuatro. La hipertrofia del sector
público, que según el dogma neoliberal dominante está ahogando la
economía española, es una de las falsedades más notorias que se
transmite con mayor frecuencia en los mayores medios de información.
Los
datos, fácilmente accesibles, muestran precisamente lo contrario. El
Estado en España (y en Catalunya) es uno de los más pobres de la Unión
Europea de los Quince, UE-15. Ahora bien, los economistas de FEDEA, los
gurús mediáticos –como Xavier Sala i Martín y otros- continuarán, contra
toda la evidencia existente, subrayando que la raíz del problema que
tiene España, incluyendo Catalunya, es su excesivo gasto público, que
–según ellos- ha generado el gran crecimiento de su deuda pública.
LA CAUSA REAL DEL CRECIMIENTO DE LA DEUDA.
La causa más importante (y más
silenciada por los medios) de la elevada deuda pública en España ha sido
el dominio de la banca –y muy en especial de la banca alemana- y de las
fuerzas neoliberales que ésta promueve en el diseño del euro y su
sistema de gobierno. Veamos los datos. Tales fuerzas establecieron un
Banco Central que no era un Banco Central, sino que era un enorme lobby
de la banca.
Lo que hace un Banco Central en un país es imprimir dinero y
con este dinero compra deuda pública a su Estado, de manera que si los
intereses de sus bonos se disparan porque el Estado tiene dificultad
para venderlos, el Banco Central entra y compra muchos bonos, con lo
cual los intereses bajan. El Banco Central está ahí para defender a su
Estado frente a la especulación de los mercados financieros. En contra
de lo que se dice y de lo que se escribe, los intereses de la deuda los
decide un Banco Central, no los mercados financieros.
Ahora bien, cuando se estableció el
euro, el Estado español perdió tal capacidad de imprimir dinero y
comprar deuda pública. Se delegó tal autoridad al Banco Central Europeo,
que sigue imprimiendo dinero pero no para prestarlo al Estado español
(la compra de deuda pública, en la práctica, es un préstamo al Estado),
sino para prestarlo a la banca privada a unos intereses bajísimos (menos
de un 1%). Y es esta banca privada la que compra deuda pública a unos
intereses elevadísimos (un 6% o un 7% en el caso español o italiano). Es
un negocio redondo para la banca. El chanchullo del año. La banca,
incluyendo la banca alemana, se ha forrado de dinero durante todos estos
años.
Nunca les había ido tan bien. Chupaban la sangre (los altos
intereses de la deuda pública) al Estado, y cuando éste parecía que iba a
desmayarse o morir, entonces (y sólo entonces), el Banco Central
Europeo le prestaba dinero al Estado, es decir, le compraba deuda
pública para que continuara viviendo, a fin de que la banca privada,
como sanguijuela, pudiera continuar chupándole la sangre (es decir, su
dinero).
Este entramado, en el que el BCE da
dinero a la banca privada a unos intereses bajísimos, se justifica con
el argumento de que así se garantiza el crédito necesario para las
familias y para las empresas medianas y pequeñas (que crean la mayoría
de puestos de trabajo). Pero el crédito ni está ni se le espera. En
realidad, a pesar de que el BCE ha dado desde diciembre de 2011 más de
un billón de euros (sí, un billón de euros) a la banca privada (la mitad
de este billón fue a la banca privada española e italiana), el crédito
continúa escaso, pues la banca tenía otras inversiones (como comprar
deuda pública) mucho más rentables que la de ofrecer crédito.
Cualquier persona normal y corriente se
preguntará, ¿por qué el BCE no prestó este dinero a los Estados de la
Eurozona en lugar de prestarlo a la banca para poder financiarse sin
necesidad de pagar unos intereses tan elevados a la banca privada? Por
extraño que parezca, nadie en la estructura de poder que gobierna la
Eurozona se planteó, hasta hace muy poco, esta pregunta. Y ello, como
resultado de estar imbuidos en el dogma neoliberal, que es la ideología
promovida por el capital financiero, es decir, por la banca (además de
las compañías de seguro, fondos de alto riesgo y un largo etcétera).
Si el BCE hubiera prestado el dinero al
Estado español, en lugar de éste tener que pedirlo a la banca privada,
el Estado hubiera ahorrado muchísimo dinero. El Estado, en lugar de
pagar unos intereses al 6%, hubiera pagado al 1% (como pagan los bancos
para obtener dinero del BCE), ahorrándose muchísimo, pero muchísimo
dinero, sin que hubiera aparecido el problema de la deuda pública, y sin
que se hubiera necesitado hacer ningún recorte de gasto público. Hoy,
uno de cada cuatro euros que el Estado se gasta va para pagar su deuda
pública, predominantemente a los bancos. Si hubiera recibido dinero
directamente del BCE no habría habido ninguna necesidad de hacer
recortes.
El economista Eduardo Garzón ha
calculado (en su artículo “Situación de las arcas públicas si el estado
español no pagara intereses de deuda pública”) lo que el Estado español
tendría como deuda pública (desde 1989 a 2011) si hubiera tenido un
Banco Central que le hubiera prestado dinero al 1% de interés, sin tener
que recurrir a la banca privada pagando los elevadísimos intereses que
ha pagado. Pues bien, la deuda pública sería hoy un 14% del PIB (sí, ha
leído bien, un 14%) en lugar de un 90%. Este es el enorme coste al
Estado español de haber tenido el sistema de gobernanza del euro tal
como ahora existe, sistema de gobernanza que se diseñó para optimizar
los intereses de la banca a costa de los intereses de la población y de
su Estado. Hoy España, incluyendo Catalunya, no tendría los problemas
que tiene si hubiera tenido un Banco Central propio digno de su nombre, o
hubiera tenido un Banco Central Europeo que hubiera sido un Banco
Central.
LAS INJUSTICIAS DEL SISTEMA ACTUAL.
El sistema de gobierno del euro es,
además de sumamente ineficiente, profundamente injusto, pues está
originando un proceso redistributivo enormemente regresivo en el que la
gran mayoría de la población está pagando con impuestos el pago de los
intereses de la deuda pública del Estado, y con ello está transfiriendo a
los súper ricos (que compran los bonos a través de los bancos) dinero
para pagarles lo que el Estado les debe al haber comprado deuda pública.
Esta transferencia de dinero se realiza también a nivel de la Eurozona,
de manera que los países que tienen que pagar intereses de la deuda más
altos (los países del Sur) los pagan a los bancos del Norte (que han
invertido cantidades muy significativas de su capital en comprar deuda
pública de tales países que generan unos intereses exuberantes,
alcanzando unos beneficios estratosféricos).
Alemania tiene 200.000
millones de euros en tal tipo de inversiones en España. En realidad, los
famosos 100.000 millones de euros que la Unión Europea puso al alcance
de España para “salvar sus bancos” era, en realidad, dinero (aprobado
por el Parlamento Alemán) para salvar a los bancos alemanes (tal como
han reconocido varios economistas asesores del gobierno alemán) que
estaban con el agua al cuello debido a la deuda pública y privada
española, ya que tenían pánico a que no les pudieran pagar. Será el
pueblo español el que pagará los 40.000 millones que el Estado ha pedido
para pagar tal deuda, situación que es profundamente injusta. Si
después de leer este artículo usted, lector, no está indignado, es señal
de que, o bien es usted parte del problema o es que no me he explicado
bien. En este caso, le aconsejo lea el libro de Juan Torres y yo, Los
Amos del Mundo. Las armas del terrorismo financiero donde expandimos lo
que brevemente presento en este artículo. Pero créame que hay causas
para estar más que indignado.
Hoy se está desmantelando el escasamente
financiado Estado del bienestar en España, incluyendo en Catalunya, para
que los bancos puedan comprar su deuda pública, la cual consiguieron
diseñando un sistema en que sus beneficios, que afectan a un sector
superminoritario (lo que los indignados estadounidenses Occupy Wall
Street movement llaman el 1%) se realice a costa de la miseria de todos
los demás. Así de claro. Léase el libro y lo verá.
Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 29 de octubre de 2012
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