miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿banco o inmobiliaria?


El “banco malo” ya ha cumplido sus primeros días de vida. Nació el 1 de diciembre, fecha prevista, pero al acto no ha acudido ningún padrino. De momento será una sociedad pública, aunque el Gobierno espera la implicación privada de capital nacional y extranjero en un 50 % de esta sociedad. Este capital no va a entrar hasta que le garantice que no va a perder la parte que aporte. A pesar de la oferta de Guindos de convertir Sareb en un paraíso fiscal donde los inversores no pagarán impuestos (Sociedades, Actos Jurídicos, etc.), hasta ahora sólo se han ofrecido los tres grandes nacionales: BSCH, BBVA y Caixa, pero sin aportar capital.


La función de SAREB será hacerse cargo de los activos “tóxicos” de los bancos. Estos activos, principalmente inmobiliarios y créditos incobrables, están valorados a precio de mercado….de antes de la crisis. Si los bancos no han actualizado su valor a precio de hoy es porque la modificación de su balance les exigiría declarar la quiebra de los mismos bancos (y cajas, que han sido obligadas a convertirse en bancos). Las provisiones creadas no bastan para amortiguar la caída de valor de los bienes ya que, en caso contrario, las propias entidades en crisis podrían colocarlos en el mercado.

Sareb, para evitar precisamente la quiebra de los bancos, debería adquirir los activos “tóxicos” a un precio similar al de la valoración dada por los mismos bancos (aquella valoración previa a la crisis, es decir, muy sobrevalorados). Pero esto haría huir a cualquier inversor privado. Además, las ayudas europeas exigen que no haya pérdidas para el contribuyente. Por tanto, sólo queda la posibilidad de comprar a precios muy bajos (Guindos ha llegado a hablar de hasta un 65 % de descuento). Después, Sareb, debe proceder a su venta para recuperar algo de su valor (como mínimo lo que ha pagado por ellos) pero sin dejar desplomarse el mercado inmobiliario. Su objetivo lo aleja, por tanto, de los bancos al uso, convirtiéndolo en un agencia inmobiliaria gigantesca.

Entonces, ¿dónde está el truco? Si las entidades en crisis no pueden vender sus activos tóxicos directamente porque quebrarían y Sareb no puede pagarles ese precio, ¿cómo va a evitar el Gobierno que quiebren? ¿Quién se hará cargo de las pérdidas?

Como ustedes ya habrán podido deducir, quien va a saldar las deudas de los bancos va a ser la altruista Unión Europea. El Gobierno de España sólo tiene que solicitar el rescate y, a través del FROB (Fondo de Re-estructuración Bancaria Ordenada) repartir los fondos necesarios entre las entidades con problemas, aportándoles la diferencia de valoración de los activos como ayuda pública -prerrogativa no disponible para familias en quiebra-. Esta ayuda, que en principio debe ser devuelta, supone de facto una subvención, pues los bancos intervenidos no tienen capacidad de devolver las ayudas por motivos obvios.

Una vez concedidas las ayudas, el Estado español deberá ir devolviéndolas a la unión Europea con sus correspondientes intereses (en torno al 1 %) aunque no consiga recuperarlas de las entidades. Esto obligará a retocar un poco los Presupuestos Generales del Estado de los próximos 15, 20, 30, … años en la aplicación más grande de los mismos que es el pago de la deuda pública y sus intereses (ya superior a la partida de prestaciones por desempleo), partida presupuestaria emanada de los impuestos de los españoles que los pagan.
Sareb tiene prevista una vida de 10 años. Una vez que se hayan vendido los activos “tóxicos”, será privatizado en favor de uno de los pocos bancos que superarán la fase de fusiones (a un módico precio, obviamente).

Sareb nace con la idea de no generar pérdidas para el contribuyente, pero conociendo el tipo de gestión enquistado en nuestra sociedad, no dudamos que sí ocurra (a través de comisiones, verbigracia). Pero la misma creación de Sareb sí afectará a todos los españoles, pues habilita los mecanismos para subvencionar el ladrillo, en manos de los bancos, con dinero de todos y para que las cajas acaben engrosando el patrimonio de los grandes bancos. Como ejemplo, La Caixa ha adquirido recientemente el Banco de Valencia por el importe de un euro, después de que el Gobierno le haya inyectado más de 5.500 millones de euros. Casos similares son los de la CAM, adquirida por el Banco Sabadell y Unnim, por el BBVA. Este actuar nos hace temer que esta va a ser la primera fase del rescate, pues hará falta más dinero para limpiar el sector financiero.
Para gestionar Sareb, el Gobierno se gastará, además, la módica cantidad de 2 millones de euros anuales en salarios para directivos (500.000 € para el presidente).

Los objetivos de Sareb, por tanto, son tres principalmente: sanear los bancos y cajas poseedores de activos tóxicos; permitir que los grandes bancos adquieran las antiguas cajas en crisis, saneadas pero a precio de saldo (su antigua obsesión); y evitar el desplome de precios inmobiliarios o, lo que es lo mismo, que los compradores de vivienda paguen más por ella de lo que harían si se permitiera la competencia y no interviniera el Estado.

Y no olvidemos otra arista de este problema. Sareb va a vender inmuebles manchados, inmuebles que pertenecían a familias que han sido desahuciadas y que llevan aparejados incontables traumas personales y sociales, pero con el marchamo y garante de una empresa semi-pública. Cuando en los últimos 30 años se ha privatizado (malvendido) todo lo público -hasta Loterías del Estado-, este Gobierno no tiene duda en crear una empresa pública para rentabilizar la ruina de muchas familias españolas.

Las soluciones para las cajas y bancos con problemas son varias. Irían desde permitir su quiebra como empresas privadas que son hasta la creación de un polo de banca pública, única opción que garantizaría la creación rápida de crédito para empresas y particulares. La peor opción posible, desde el punto de vista de los contribuyentes, es reflotar las entidades y malvenderlas a las multinacionales.

Y no debemos olvidar que, por delante de la burbuja inmobiliaria alentada desde el Gobierno, el principal motivo que ha llevado a la quiebra bancaria ha sido la obsesión de Aznar y Zapatero de convertir las cajas (entidades dominantes en el pequeño negocio de cercanía) en bancos, para lo que desarrollaron el necesario andamiaje legal.

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