martes, 2 de octubre de 2012

La nueva Ley de Costas aumentará los riesgos de inundaciones

La nueva Ley de Costas que presumiblemente sea aprobada esta semana aumentará los riesgos de inundaciones en España. Al menos, así lo presumen diversas organizaciones ecologistas y en especial Greenpeace, que lo ha denunciado por activa y por pasiva tras el desastre vivido por Andalucía Oriental y Murcia durante el pasado fin de semana.
Más allá de la controvertida urbanización de zonas inundables, Greenpeace ha alertado de que el anteproyecto de la nueva excluirá del dominio público marítimo-terrestre las zonas costeras que "nos se hayan inundado por lo menos cinco veces en los últimos diez años". El criterio de Protección Civil, en cambio, apunta a una carencia de inundaciones mucho mayor, para blindar la urbanización de este tipo de áreas. Según lo que ha trascendido hasta ahora, se prolongarán las concesiones en dominio público durante 75 años más sin tener en cuenta los horizontes de subida del nivel del mar por cambio climático. El borrador del anteproyecto de Ley no va acompañado por una memoria económica que ofrezca indicios del coste que pueda suponer la revisión de todo el deslinde del dominio público costero.
Aún antes de la promulgación de esta nueva normal, miles de hogares españoles corren peligro de inundarse a poco que una tromba de agua irrumpa sobre viejas acequias, correnteras o cañadas reales que nunca debieron urbanizarse. Tras las inundaciones del fin de semana del sureste español, que costaron al menos diez víctimas mortales, los expertos vienen a coincidir en que el desorden y la especulación urbanística incrementa en gran medida el riesgo potencial de estas catástrofes naturales.

A juicio de José Antonio Saavedra, director general de Emergencias de Andalucía, la comunidad donde se han contabilizado cinco muertos y dos desaparecidos tras las últimas precipitaciones (fotogalería), el factor urbanístico resulta preocupante: "Los planes urbanos se modifican y las ciudades crecen", afirma. Desde su punto de vista, debería guardarse incluso una distancia cautelar de 300 metros de las zonas inundables para evitar que se construya sobre dicho espacio.
Las modificaciones de los planes generales de ordenación urbana conllevan necesariamente la evacuación de un informe por parte de Emergencias, que sigue a su vez las recomendaciones de las confederaciones hidrográficas en torno a la preservación de cualquier tipo de construcción en las zonas inundables.
No siempre este tipo de informes resulta vinculante y la prueba puede contemplarse, por ejemplo, en las grandes ciudades que flanquean el Guadalquivir, muchos de cuyos arrabales se encuentran situados bajo el nivel del río, por lo que un exceso de lluvias podría fácilmente anegarlos, como ya ocurriera durante las inundaciones de 2009 a 2010 cuando Andalucía se vio especialmente castigada por este tipo de fenómenos meteorológicos.

"Peligros de lugar"

La geografía urbana es reveladora y sus nombres también: desde la calle Arroyo en Villanueva del Rosario hasta el sinfín de Lagunillas presentes en la topografía española, delatan el origen de algunas vías urbanas que antaño no lo fueron
"El riesgo de lluvias torrenciales-inundaciones es el más perjudicial en España por las consecuencias que ha dejado históricamente. Algunos ejemplos lo corroboran, como la tragedia en Biescas en el año 1996 o la ocurrida en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife en 2002 -asegura Mercedes Arranz, de la Universidad de la Laguna en uno de los estudios más rigurosos que existen sobre este particular en nuestro país, publicado por Estudios Geográficos--. La vulnerabilidad ante este riesgo, en los espacios urbanos y turísticos, sigue siendo muy elevada a pesar de existir medidas de prevención derivadas del sistema de Protección Civil".
El estudio de Arranz se basa en los "peligros de lugar", un concepto acuñado en 1989 por los geógrafos Cutter y Solecki, a fin de analizar las consecuencias que los riesgos naturales causaban a una escala local de ciudad, barrio u otro sector concreto: "Las consecuencias de dichos peligros se podían definir, según dichos autores, como la combinación de estructuras políticas y sociales que originaban lugares y gente vulnerables dentro de los mismos", subraya Arranz.
"La vulnerabilidad de algunos espacios urbanos concretos se ha incrementado, en las últimas décadas, como resultado del crecimiento espontáneo, no regulado que va surgiendo en sus periferias. Ello hace que la construcción se vaya realizando en áreas próximas a los cauces de los ríos y barrancos que, ante la presencia de lluvias intensas, aumentan enormemente sus caudales y al encontrar obstruidas las salidas naturales, causan daños irreversibles sobre la población allí asentada", denuncia.
A todo ello se unirían las insuficientes infraestructuras de drenaje en zonas de gran densidad urbanística, que a la postre pueden convertirse en "obstáculos que obstruyen la salida natural de las aguas de lluvia".
"En espacios turísticos -matiza-- la vulnerabilidad puede llegar a incrementarse, debido a que diversos organismos públicos desean potenciar excesivamente medidas de desarrollo local. Este hecho obedece a depositar en exceso un elevado grado de confianza en la técnica y a olvidar los daños que en el pasado dejaron, en los mismos lugares, algunos episodios de lluvias torrenciales de gran intensidad, si bien es verdad que parece aumentar la frecuencia con la que se están repitiendo dichos episodios, en los últimos años, como consecuencia del cambio climático".
La autoconstrucción irregular asentada sobre cañadas reales es otro de los riesgos potenciales para que se desencadene una tragedia. Y, por supuesto, a veces los canales se encuentran llenos de objetos que impiden que las aguas sigan su curso sin desbordarse: "Quien arroje escombros en dichas zonas debe saber que lo quitan de su casa pero lo dejan en el dominio público".
"Cuando alguien arroja escombro en dichas zonas -afirma Saavedra--, debe saber que los quita de sus casas pero los deja en el dominio público. Y luego pasa lo que pasa".

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