Attac Acordem
Estoy harto. Estoy indignado. Estoy furioso. Esta es la cuarta vez que empiezo a escribir este artículo desde que hace unas horas he sabido que José Prat i Domènech ingresaba de las arcas públicas 280.000 anuales por sólo unas horas de trabajo (¡hay que recordar que compagina sus cargos en la sanidad pública con la vicepresidencia de una multinacional sanitaria!). ¡Más de 23.000 euros cada mes! ¡Estoy furioso!
Estoy furioso porque ese dinero no han llegado al Hospital de Mataró, donde un enfermo de cáncer murió sufriendo terribles dolores porque “no había dinero para morfina”.
Estoy furioso porque ese dinero no fueron a pagar los sueldos de médicos y enfermeras que hubieran salvado la vida de Natalia Fuertes Mesa, quien cercó por 4 hospitales antes de morir sin recibir atención.
Estoy muy furioso porque mientras este impresentable se embolsa 23.000 euros al mes, miles y miles de profesionales que lo dan todo por nuestra salud ven como les roban el 5% de su sueldo, como no se les actualiza el IPC y, en miles de casos, son despedidos.
Estoy furiosíssim porque a un pueblo de la comarca de la Selva el médico más cercano que tienen durante la noche está a 35 kilómetros por carreteras de montaña mientras el Presidente Artur Mas miente al Parlamento.
Estoy furioso porque el padre de una criatura enferma crónica deberá pagar cientos de euros cada año en recetas …. porque según nuestro Presidente dice desvergonzadamente que “hay que hacer un esfuerzo”. ¿Es posible tanta maldad? ¿Es posible ser más abyecto?
Pero lo que me hace estar extremadamente furioso es que Josep Prat no es la única sanguijuela que chupa y destruye la salud de los catalanes. Hay a por todo! En Reus mismo hace pocas horas acaba de dimitir un concejal para que su empresa era proveedora del hospital Sant Joan de Reus, gestionado por el gobierno del que él forma parte. “Desconocía que esto fuera incompatible” ¡dijo el concejal! ¿Nos han tomado por estúpidos? ¡Menos mal que es el concejal de Empresa y Empleo, que si no!
Cogemos uno de los muchos hospitales comarcales que hay en Cataluña. Como ciudadano y como periodista hace ocho meses que pido a políticos y gestores cuánto dinero cobra la gerente de los hospitales de Blanes y Calella. Silencio. He preguntado cuánto dinero se reparte el equipo gestor en ‘gastos de representación’. Silencio. He preguntado cuánto dinero se adjudican en contratos menores a 12.000, sin concurso público. Silencio. He pedido los documentos para ver las decisiones que se toman sobre los 98 millones de euros que reciben estos dos hospitales. Silencio, silencio y silencio. No se siendo nada, pero hace un hedor que se puede apreciar a kilómetros. Y sólo hablo de 98 millones, de los 10.000 que gestiona la Generalitat.
Podría escribir decenas de folios detallando el inmenso nido de amiguismo, cargos dobles, portagiratoria, falta de transparencia que es desde hace años la sanidad catalana, pero estoy muy furioso y no tengo tiempo.
Si tiene tiempo, lea los artículos de Alfons Quintà, donde explica como carcomido está el sistema. Podéis leer los detalles de los negocios de Ramón Bagó con el dinero de todos los ciudadanos.
Y para acabar de enfurecer a cualquier ciudadano que paga impuestos, los medios de comunicación permanecen callado, silenciosos, yendo a remolque de los escándalos que estallan, en vez de investigarlos y destapar los mismos. ¿Será por los millones de euros de todos que Artur Mas da en La Vanguardia? ¡Qué escándalo! Políticos y medios corruptos de la mano, metro el pueblo asiste atónito al escándalo, la enfermedad y la muerte.
Finalmente, para acabar de redondear un paisaje de república bananera y corrupta, encontramos que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, reta a los partidos a presentar denuncias penales si tienen dudas sobre la sanidad.
Señor Artur Mas: ¿es usted un cínico rematado o sencillamente es un completo inútil? Ya hay un partido que ha llevado el caso a la Audiencia Nacional: la CUP de Reus, que con sólo un concejal está removiendo la mierda acumulada durante años de sociovergencia cómplice con el robo sistemático del dinero de la sanidad pública.
Y por si esto no fuera suficiente, ciudadanos de toda Cataluña -entre los que tengo el placer de estar- ya hace tiempo que se reúnen con un objetivo claro: llevar ante la justicia a los malhechores que están arruinando la sanidad catalana, de averiguar hasta dónde llegan los tentáculos del escándalo a través de una Iniciativa Penal Popular. Tómese señor Mas. No somos cuatro perroflautas. En el grupo hay médicos, enfermeras, economistas, abogados… incluso tenemos un ex fiscal anticorrupción.
Por suerte, Reus sólo es el inicio. El estallido de basura que se acerca a la sanidad catalana es de unas dimensiones que no podrán ser tapadas como se hizo con Millets, Prenafeta o 3%. Esto, por suerte, no lo podrá parar nadie. Ya está sobre la mesa. El tema ya no es “recortes-si-recortes-no”. Ya no se trata de saber si un jefe está infrautilizado o si los abuelos se comen alguna píldora más de la que les toca. En la sanidad catalana ya no se puede evitar hablar de corrupción. Una corrupción que, cada día que pasa, parece más generalizada. Un escándalo que acaba de empezar.
Tomen asiento, lleven palomitas para el espectáculo será para recordar. Y amenaza con llevarse por delante el Gobierno de Artur Mas.
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