El debate electoral protagonizado por el candidato social-liberal, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el neoliberal, Mariano Rajoy, fue el mayor insulto a la inteligencia colectiva que ha vivido nuestro país en los últimos años. Un insulto masivo y televisado que fue visto por 12 millones de personas que asistieron, unos como forofos seguidores de su equipo y otros como espectadores críticos, estupefactos o masocas, como quien esto escribe. Es dificil aguantar el triste espectáculo de dos líderes mediocres reflejo perfecto de la casta política que nos malgobierna desde hace décadas, pero que al menos hace 20 años tenía el decoro de tener una cierta capacidad política en el sentido más estricto de la palabra.
El debate demostró, entre otras cosas, que la política está en una crisis mayor que la economía, y que los líderes de los dos principales partidos sólo hacen propuestas en base a lo que sus forofos quieren escuchar para mantener su cota de poder, pero nunca en base a las necesidades o las aspiraciones de los ciudadanos. Cualquiera que tenga un mínimo de criterio o se atreva a pensar más de lo estipulado por los medios establecidos a tal efecto, llegará a la misma conclusión.
El sistema económico se cae a pedazos y el sistema político sólo podrá sostenerse con “el pan y circo” para el populacho y con la represión directa o indirecta de la mayoría de los ciudadanos con un mínimo de conciencia social crítica.
Nos encaminamos hacia una nueva farsa electoral con las cartas marcadas en el decadente régimen borbónico, dañado en su Talón de Aquiles al igual que lo está su representante máximo. La fraudulenta Ley Electoral convertirán el 20N en un nuevo pucherazo legalizado y el descomunal aparato de propaganda intenta acallar las voces discrepantes.
Es muy posible que la derecha dura llegue a la Moncloa, con desfile de la victoria incluido, y que la mediocridad del líder ante una situación que se le va a ir de las manos le lleve a tomar decisiones que sigan agitando el clima social en España. Pero también es muy posible que Rajoy se convierta en un nuevo Papandreu cuando la situación de España sea similar a la de Grecia. El único problema es que aquí no hay un Partido como el KKE. De momento.
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