El presidente del BCE, Mario Draghi, dio ayer un varapalo al Gobierno de Mariano Rajoy: supedita las compras de deuda a que España pida ayuda al fondo europeo de rescate, una ayuda que conlleva la imposición de condiciones a los países que la soliciten. Con la prima de riesgo de nuevo al filo de los 600 puntos básicos, esta solicitud se antoja inevitable prácticamente a todos los expertos. Y las condiciones que se impongan implicarán ajustes mucho más duros que los emprendidos hasta ahora. El presidente del Gobierno dejó claro ayer que pretende aguantar todo lo posible, pero la cuestión es cuánto tiempo le concederán los mercados.
Draghi dijo ayer que "cualquier tipo de ayuda tendrá condicionalidad, y la condicionalidad es lo que da credibilidad". De esta forma borraba de un plumazo las esperanzas de que el banco central comprara deuda sin condiciones, la opción que anhelaba el Ejecutivo español. No sólo eso, sino que tampoco adoptó ninguna de las otras dos medidas que podían aliviar la crítica situación que atraviesa nuestro país: una nueva rebaja de tipos o la autorización para que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE, el sustituto del actual fondo de rescate) se convierta en un banco y pueda comprar deuda pública financiándose en el BCE. Y por si fuera poco, las hipotéticas compras de deuda se centrarán en los activos con plazos más cortos, con lo que no servirán para rebajar la prima de riesgo que, como es sabido, se refiere al diferencial del bono a 10 años.
Eso significa que España no tiene más salida que solicitar esta ayuda del fondo de rescate (o el MEDE en septiembre), salvo que los mercados se relajen en las próximas semanas, un escenario muy poco probable en la actualidad. Y eso va a implicar un nuevo Memorándum de Entendimiento, al estilo del firmado para el rescate de la banca. Y al igual que ha ocurrido en el sector financiero, impondrá condiciones mucho más duras que las que ha adoptado España hasta ahora.
"Las medidas de ajuste hasta ahora las has hecho España, a partir de ahora vamos a perder totalmente el control de los ajustes que, lógicamente, van a ser mucho más duros que los que haría el Gobierno", explica un economista de una entidad de primera fila que solicita el anonimato. "Aunque se resistan a llamarlo rescate, será un rescate porque el presupuesto se hará en Bruselas, y las condiciones serán similares a las impuestas en los de Grecia, Irlanda o Portugal".
¿Qué nuevos ajustes se pueden imponer?
"Donde seguro que van a meter la podadora es en las comunidades autónomas, que es lo que desde fuera ven como un disparate y como el gran despilfarro español. Las van a dejar como un erial", añade otro economista, que advierte que los recortes que se han adoptado en educación y sanidad -las partes mollares del gasto autonómico- no son nada frente a lo que se avecina. Y que habrá una reducción muy fuerte de empleo público.
¿Aguantará Rajoy?
Pese a lo ocurrido ayer, Rajoy pretende aguantar como sea sin pedir el rescate. "La cuestión no es si España va a pedir el rescate, sino cuándo. Es inevitable que pase por el aro tarde o temprano", asegura el segundo economista citado. ¿Y cuánto puede resistir el Gobierno español? La pregunta es muy complicada, aunque los expertos descartan un movimiento inminente: el buen resultado de la subasta de ayer le permite tomar oxígeno y no hay grandes emisiones planeadas hasta septiembre.
Ahora bien, entonces las cosas serán mucho más complicadas y es posible que a la vuelta de vacaciones no quede más remedio que solicitar esta asistencia al MEDE. Sin descartar que haya que hacerlo antes si la prima de riesgo supera los máximos en torno a 640 puntos básicos marcados el 24 de julio, algo perfectamente posible si mantiene la escalada de ayer en los próximos días.
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