El 8 de abril de 2003 impactaba un proyectil lanzado por un tanque M1 Abrams en el Hotel Palestina de Bagdad. Un soldado estadounidense apuntaba sin piedad contra el edificio, en el que se sabía que acampaba la prensa internacional. Como consecuencia del impacto que alcanzó el piso 15 del edificio, el cámara de Telecinco José Couso quedaba herido muy grave y otro periodista, el ucraniano Taras Prosyuk, fallecía en el acto.
El cámara español interrumpía una larga trayectoria en prensa como testigo de otras guerras como la de Kosovo, el secuestro de su compañero Jon Sistiaga (compañero y testigo directo de la muerte de Couso) en Macedonia, o la invasión también en Irak aunque esta vez en 1998. Atrás dejaba también a esposa y dos hijos.
Nueve años han pasado y las causas de la muerte de Couso están aún sin esclarecer y sus culpables sin rendir cuentas. Mientras una versión, la estadounidense, asegura que sus tropas luchaban desde el otro lado del río Tigris contra fuerzas insurgentes localizadas al otro lado, ‘casualmente’ a la altura del hotel; otra versión defiende que el objetivo de la prensa estaba puesto en la diana de su cañón desde hacía tiempo por la incomodidad que les producía.
El juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz viajó a finales de enero de 2011 expresamente a la capital de Irak junto a un juez iraquí, para comprobar ‘in situ’, es decir, desde la habitación 1403 del Hotel Palestina, cómo sucedió la tragedia. Más de siete horas de cinta grabadas por el propio Pedraz están hay, son otro testimonio fidedigno de lo que pasó y cómo pasó, pero nueve años después siguen sin depurarse responsabilidades.
Quizás las relaciones diplomáticas e internacionales entre países reconocidos como desarrollados, y fieles defensoras de los derechos humanos reconocidos por la ONU entorpezcan una investigación hoy maratoniana, cuya sentencia se prevé más lejana que la distancia que separa a La Moncloa de la Casa Blanca.
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