Sé que hay amigos que no comparten esta idea y que tratan de resaltar alguna diferencia con el vano objeto de no ser muy agresivo con los votantes que piensan que el PSOE es aún de izquierdas. Yo no lo creo, es más, pienso que no lo es desde hace muchos años. Por lo menos desde el Congreso de Suresnes.
Soy medianamente joven (43) pero tengo memoria de lo que he vivido. No es necesario hacer grandes ejercicios de moviola para a bote pronto desempolvar el ingreso en la OTAN con técnicas de pucherazo orwelliano, la llamada Reconversión Industrial, autentica desindustrialización de acuerdo a los criterios de la Unión Europea para convertirnos en un país de servicios, los ataques y domesticación del sindicalismo, la persecución del movimiento de oposición al Servicio Militar Obligatorio y el encarcelamiento de cientos de insumisos, el reconocimiento del Estado de Israel, la utilización de la guerra sucia y el terrorismo de estado contra ETA, el comienzo de las privatizaciones de los sectores estratégicos del país (que luego continuaría y extendería el gobierno Aznar), venta de lo que era banca pública, reformas laborales con continua merma de derechos, legalización de las Empresas de Trabajo Temporal, la Ley Corcuera contra la inviolabilidad del domicilio, la pacata legislación sobre memoria histórica (de hecho una ley de punto final), la no asunción de medidas para encontrar y honrar a nuestros compatriotas que aún se pudren en las cunetas, la firma del mejor acuerdo (Concordato) con la Iglesia Católica, etc... Aquí me detengo para no hacer la cuenta larga y farragosa, pero la lista es una completa hoja de ruta para convertir este país en aventajado pupilo al servicio de los designios neoliberales angloamericanos.
Es cierto que en medio de todas estas medidas dosificadas en pequeñas porciones tolerables, se dan algunos pasos para maquillar y dar pátina de modernidad a lo que no es más que la transformación de un país que sale de una larga dictadura fascista en un estado neoliberal en el marco del espacio estratégico que señorea la OTAN.
Este sistema bipartidista, auténtico régimen de alternancia, no puede ser calcado. Necesita mantener la ficción de la diferencia para no perder del todo su aspecto formalmente democrático. Solo este juego de engaños permite ocultar que lo que llaman pomposamente democracia, es un proceso trampeado por una ley electoral que solo permite gobernar a dos grandes partidos. Los cuales, en los temas intocables (monarquía, estructura económica, intereses militares OTAN) siempre trabajan unidos, sin fisuras. Es un bipartido que se alterna para dar sensación de cambio.
Como dice la canción de Silvio Rodríguez, no es lo mismo pero es igual.
Este sistema bipartidista, auténtico régimen de alternancia, no puede ser calcado. Necesita mantener la ficción de la diferencia para no perder del todo su aspecto formalmente democrático. Solo este juego de engaños permite ocultar que lo que llaman pomposamente democracia, es un proceso trampeado por una ley electoral que solo permite gobernar a dos grandes partidos. Los cuales, en los temas intocables (monarquía, estructura económica, intereses militares OTAN) siempre trabajan unidos, sin fisuras. Es un bipartido que se alterna para dar sensación de cambio.
Como dice la canción de Silvio Rodríguez, no es lo mismo pero es igual.
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