Don Felipe está más acostumbrado a
que la gente le pida saludos y no dinero, como dejó patente este
martes. El Príncipe de Asturias salía del funeral de Íñigo de Arteaga
del Alcázar -fallecido el pasado domingo 14 tras sufrir un accidente
aéreo cuando volvía de una boda- cuando ofreció su mano a una mendiga.
Tras el funeral, el heredero
salía de la madrileña iglesia de San Francisco de Borja por una de sus
puertas laterales y se cruzó con una mujer que pedía limosna.
La mujer le tendió la mano para
que le diera una moneda y el heredero no lo dudó un segundo: alargó su
brazo, tendió su mano y le dio un fuerte apretón. La mujer correspondió
al saludo de Don Felipe, quien continuó su camino ajeno a la petición.
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