Represión es la acción y efecto de reprimir, contener, refrenar, templar o moderar. La represión política se focaliza en lo contrario o simplemente lo distinto, en pensamiento y aplicación político-social; el fin: lograr la hegemonía de quien la aplica no permitiendo por tanto la libertad. Las fuerzas represoras son rechazadas por una revolución de ideas y propuestas que provocan una reacción en contra que necesita de la represión para defenderse. Quien la utiliza es entonces un reaccionario y pretende volver a tiempos sociales anteriores, por tanto se encuentra en contra de la revolución.
Las resumidas cuentas del párrafo anterior versan entorno a algo sencillo y palpable: los que sostienen el poder del gobierno han conformado un sistema podrido a su favor y el favor de sus amigos capitalistas con látigo en mano, y que cuando la mayoría les presiona para abandonar sus delictivos hábitos necesitan acallar esas voces reaccionando y siendo reaccionarios en contra de una revolución legítima. Cuando las ideas no les valen, cuando no pueden con el pueblo nace la necesidad de atajar rápidamente, nace la represión pura y dura. La hay de diversos tipos, el mundo globalizado ha creado fórmulas exquisitas para ello.
Lo primero que habría que dejar claro es que la represión en este país existe, sí, está entre nosotros, viaja en nuestros días y permanece en formas y colores que la anestesia de la ignorancia y la despreocupación del ciudadano pasota de todo no puede detectar. La riqueza y el consumismo de los pueblos occidentales y más desarrollados son los grandes aliados de unos gobiernos cada vez más enlazados y dominados por unos mercados que están mal llamados así; se trata de multinacionales, de bancos…, en definitiva, de lobbys que consiguen los favores de los gestores del pueblo pseudodemocráticamente elegidos en beneficio cruel y propio. El logro de hacer pensar a muchos que votar una vez cada cuatro años es suficiente y abandonar la inquietud diaria es el primer triunfo de la represión silenciosa, la del relajamiento y la desinformación.
Los medios de comunicación cuentan lo que quieren y como quieren, es cierto, pasen y vean los distintos puntos de vista de los diversos canales de radio y televisión, los matices burlones y cínicos de las distintas editoriales de los periódicos, etc… cada uno con su lobby particular en busca de amortiguar las barbaridades de nuestros gobiernos en una falsa sensación de normalidad y seguridad que haga que todos nosotros pensemos en que todo va bien mientras te roban la cartera con caricias y sonrisas. Este país es un claro ejemplo, España va bien, el modelo del ladrillo nos hará ser los amos del universo, la foto dela Azoresnos coloca en nuestro sitio desde el Siglo de Oro…y ahora qué…???? alguien mentía.
A falta de periodismo serio y con la dormida sociedad pensando en angelitos, se pueden cambiar las leyes, las normas, los presupuestos, las dotaciones económicas, los permisos y las licencias así como las subvenciones sin que nadie se preocupe y nada resulte demasiado extraño. Pero claro, el capitalismo no se detiene, no es una mascota a la que poder controlar si se desregularizan sus tentáculos y acaba con todo. El chollo se joroba y los corderitos espabilan cuando se les deja sin las falsas sensaciones de seguridad y prosperidad, cuando hay que dar de comer a unos hijos hambrientos, no llega para pagar el techo y estudiar es un lujo que ningún trabajo a la vista puede costear. Se rebelan, y piden revolución.
Pues de eso nada, ha llegado la hora de la represión pura y dura. Para que no nos movamos se nos retrotrae a las leyes, y si no se cambian, porque protestar es gamberrismo, delincuencia o directamente está prohibido. Una buena sentada ya no es posible en este país. Una buena acampada no está permitida ni aún bajo la bandera de lo pacífico. Las manifestaciones hasta cierto punto se dejan conciliar con la vida natural pero en cuanto molestan o muestran demasiada fuerza se rompen con palos y porras para dar carnaza a crónicas que perviertan el sentir y proceder legítimo de los manifestantes. La televisión pública se corrompe y corrige a dedo para que no se equivoque en sus preguntas, y se promueve la precariedad, el mayor baluarte de la represión, el miedo a perder el trabajo de media jornada mal pagado, el miedo por no tener qué llevarse a la boca o a dejar de pagar el coche o el teléfono móvil provocan frases sencillas pero punzantes.
“Si total no vale para nada, ellos mandan y van a hacer lo que quieran”.
Pero siempre hay algunos pocos que no se resignan, que legalmente se juntan y proponen, que difunden otras ideas y muestran alternativas desde la fuerza del corazón. El Partido Comunista de España es un claro ejemplo de resistencia continuada, de no resignación.
Por ello plan especial: Hostigamiento económico, violencia policial, acoso y vigilancia, falsas acusaciones y amenazas. El desacato a la autoridad, las acusaciones de desorden público, sanciones y cacheos indiscriminados sin pruebas está a la orden del día para las y los que se organizan. Acabar con ellas y ellos se convierte en lo primordial para no dejar semillas de revolución ni idearios en los que las masas puedan apoyarse en el futuro. Cuando un gobierno exige resultados a un director general de la policía, todo se desata sin siquiera respetar su propia Constitución. Zaragoza no es una excepción, también está ocurriendo eso en nuestras calles pero no se ve ni se lee, sólo se siente por los que luchan por las libertades.
Las sociedades han ido avanzando a costa de resistencia. La desobediencia civil y la firmeza de convicciones podrán una vez más contra este ejército de imposiciones capitalistas e injusticias sociales. Sus fórmulas son sólo síntomas de la decadencia de sus patrañas, su sistema podrido ya ha sido descubierto por los ciudadanos y todos juntos podremos revertir, con la revolución diaria y justa, una situación de fascismo e imposición que no pertenece al contrato social correcto. La represión es el último paso para ser vencido, se muestra por la impotencia de los canales sencillos de sometimiento, es la protesta descentrada de un ogro que pretende matar moscas a cañonazos. A mayor represión, la receta: mayor resistencia y revolución.
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