jueves, 9 de febrero de 2012

Los dirigentes de CCOO y UGT firman con la CEOE un acuerdo lesivo para los intereses de los trabajadores.

Tras cinco años de profunda crisis del sistema capitalista, quiebra del sistema financiero mundial, suspensión de pagos de Estados enteros, paro masivo, recortes sociales, etc. los trabajadores estamos asistiendo estupefactos a la cansina monserga de que una nueva reforma laboral es la clave para crear empleo y salir de la crisis. Gobernantes, banqueros, empresarios, académicos, tertulianos y demás arrimados al sol que más calienta, repiten como loros, una y otra vez,  la necesidad de más sacrificios para salir del atolladero.

Sin ningún rubor, se sitúa a los derechos laborales y  los salarios en el Estado español como causantes de la escandalosa tasa de paro. En un cinismo sin límites, los mismos que han causado el desastre con su especulación desenfrenada, reclaman rescates con dinero público al mismo tiempo que el abaratamiento del despido y la reducción salarial para los trabajadores. Como una lluvia fina, un día sí y otro también, los trabajadores nos levantamos con la prima de riesgo en vena, la tasa de paro como amenaza, la crisis y el abismo como chantaje, si no se aceptan los recortes sociales y de salarios. Al mismo tiempo, la especulación,  el fraude, la corrupción y las millonarias retribuciones de directivos de empresas y bancos son simples anécdotas sin importancia ni relevancia alguna. Una campaña sistemática del miedo que utiliza la desesperación de millones de familias trabajadoras para servir sus intereses, y el paro causado por ellos como coartada para imponer las viejas recetas del mercado.
Las falsas justificaciones del acuerdo
En este contexto, los dirigentes de UGT y CCOO lejos de combatir todas las presiones y falsos argumentos patronales, han hecho todo lo contrario firmando un nuevo pacto antisocial el pasado 25 de enero, suscribiendo todos y cada uno de los argumentos de la CEOE y la derecha. Una nueva cesión que se suma al recorte de las pensiones firmado el año pasado y a la pasividad escandalosa mostrada frente al recorte de derechos en la negociación colectiva y la extensión de los contratos temporales. Ante esta campaña tan intensa y sin respuesta sindical no es sorprendente que muchos trabajadores se pregunten si hay algo de verdad en todo esto, una reforma laboral ¿crea empleo?, reducir los salarios ¿reactiva la economía? La respuesta a estas y otras preguntas es “no” y lo vamos a argumentar examinando detenidamente el documento firmado el pasado 25 de enero bajo la denominación de II Acuerdo para el empleo y la negociación colectiva.
En primer lugar, es necesario recordar que dicho texto no tiene relevancia jurídica alguna, pero sí una gran importancia político-sindical, en el sentido de hacer una recomendación a 3 años de las líneas generales que deben marcar la negociación colectiva en las diferentes ramas y sectores. El pacto, en su preámbulo, contiene frases clarificadoras del pensamiento de los firmantes, como la siguiente: “El mayor crecimiento de los precios interiores y los salarios nominales en España en relación con los países de la zona euro y del resto de la UE han sido un elemento determinante en la pérdida de competitividad de la economía española”. Realmente, sólo se puede decir que es increíble que unos dirigentes sindicales acepten sin más esta tesis interesada de los empresarios. El argumento de que son los salarios los principales responsables de la subida de precios se derrumba ante el más mínimo contraste, basta examinar los datos proporcionados por el mismo Instituto Nacional de Estadística (INE) que para el periodo 2001-2009 refleja que los precios (IPC) crecieron en un 31,6%, esto sin incluir la disparatada subida de la vivienda; mientras el salario medio sólo lo hizo en un 13,9%, casi 20 puntos de diferencia que refleja el descomunal excedente acumulado para los beneficios empresariales.  Asimismo la misma UE,  a través de Eurostat, muestra por ejemplo como el salario mínimo español es de los más bajos de Europa, por debajo incluso de Grecia. En el Estado español, el SMI se encuentra en 641 euros (congelado por el PP nada más entrar en el gobierno), mientras en Grecia está en 739 euros, Francia en 1.365 euros o Irlanda en  1.499 euros. Igualmente, según la misma agencia europea, el salario medio español (22.500 euros) también es de los más bajos de Europa y un 20% por debajo de la media europea, teniendo en cuenta además que el salario medio no refleja la mayor parte de los salarios, siendo el más frecuente el de 15.500 euros.
Siguiendo en sus equívocos, los firmantes continúan: “la economía española necesita mejorar su cuota de mercado nacional e internacional, es decir, mejorar las exportaciones y reducir las importaciones, para de esta forma conseguir un uso más óptimo de la capacidad productiva instalada e incrementar el empleo”. Seguidamente nos dan sus recetas para conseguir esto: “... es imprescindible un acuerdo social sobre precios y rentas (salarios y beneficios distribuidos) (...) La economía española necesita, a corto plazo, que los precios crezcan por debajo de la media comunitaria”. Aparentemente perfecto, impecable, pero los susodichos firmantes nos ocultan que los precios en el mercado mundial nos vienen dados por un valor determinado (compuesto por múltiples factores históricos, monopolios, capacidad tecnológica, tipos de cambio, etc.) que explican que países como Alemania tengan un saldo comercial positivo con un salario medio que dobla al español. Los salarios de un país no determinan los precios en el mercado mundial; por consiguiente, una reducción salarial, sin más, va directamente a incrementar los beneficios empresariales.
Al final, los firmantes del pacto antisocial reconocen solapadamente que la inversión que se derivaría de la moderación salarial es sólo una hipótesis, cuando dicen: “la recuperación de los márgenes económicos debe servir al aumento  de las inversiones (...)”. Así, construyen un castillo de naipes al suponer que el aumento de los beneficios a costa de los trabajadores va a llevar consigo un aumento de la inversión, pasando por alto el actual contexto de crisis del capitalismo mundial, la saturación de los mercados y la sobreproducción generalizada, de cuyo vivo ejemplo es la economía china que está viendo como disminuye el crecimiento de su economía por la dificultad para colocar sus productos en los mercados mundiales. Unos beneficios que, en el menos malo de los casos, sólo van a ir a pagar la gigantesca deuda de las empresas españolas: 1,29 billones de euros, un 130% del PIB (la mayor del mundo), y en el peor de los casos, a seguir engordando las cuentas bancarias de empresarios y banqueros en Suiza y los paraísos fiscales como nos tiene acostumbrados la parasitaria burguesía española.
Beneficios para la patrona, riesgos y pérdidas para los trabajadores
Las contradicciones de los firmantes se detectan en cuanto nos adentramos en el contenido del pacto. En el mismo, todas y cada una de las medidas y cláusulas obligacionales van dirigidas a los salarios y las condiciones laborales, mientras para los empresarios y sobre el control de los precios sólo existen recomendaciones y buenas intenciones. Unas obligaciones que demuestran que la creación de empleo no es el objetivo de los firmantes, sino el aumentar los márgenes empresariales. En el pacto se establece lo siguiente:
a) Prioridad de los convenios de empresa. Los firmantes dan por buena la contrarreforma laboral anterior y ordenan que aspectos sustanciales como el tiempo de trabajo, las funciones y el salario sean regulados a nivel de empresa. Asimismo, impulsan las medidas de arbitraje para imponer en la empresa la rebaja de condiciones laborales, desactivando la vigencia de los convenios colectivos en caso de desacuerdo de las partes.
b) Se reserva un 10% de la jornada anual a conveniencia del empresario para que las distribuya como le plazca en el calendario laboral, así como una bolsa de 40 horas para poder cambiar el calendario acordado previamente. Asimismo, se establece que en la negociación colectiva se le dé todavía más poder al empresario para superar ese 10% de distribución irregular del tiempo de trabajo, impulsando las medidas de arbitraje de la contrarreforma laboral.
c) Se establece la disolución de las categorías profesionales en grupos profesionales y se impulsa la polivalencia funcional. La movilidad funcional podrá extralimitarse con acuerdo empresa-trabajador. Esto es, abrir la puerta al trabajador-orquesta que realice funciones de diferentes grupos profesionales para contratar menos personal.
d) La sustitución de parte de la estructura salarial fija, introduciendo el salario variable en función de los resultados de la Empresa. Esto es, que el trabajador asuma los riesgos del negocio empresarial que en la práctica supone introducir la competencia entre trabajadores para conseguir un salario de subsistencia.
e) La parte del salario fijo sólo se incrementará un 0,5% en el año 2012 y un 0,6% en 2013. Asimismo, la revisión salarial por la desviación de la inflación, será la más conveniente para incrementar el salario lo menos posible. En este sentido, se introducen los criterios de que si los precios en España crecen más que la media de la UE, se aplicarán los de la UE y viceversa. Asimismo, se transmite a los salarios los riesgos derivados de una hipotética subida del precio del petróleo superior al 10%, descontando del IPC los combustibles y los carburantes. Medidas especialmente graves por el destrozo salarial que puede ocasionar a los trabajadores, sobre todo ante los riesgos de una subida descontrolada del petróleo por la crisis en Oriente Medio o una eventual salida del Estado español del euro (aunque improbable a corto plazo), con la correspondiente devaluación monetaria que haría que los salarios soportaran todo el peso de un shock de esas características por la dependencia energética que tiene el país.
f) Se aplica la contrarreforma laboral en las cláusulas de descuelgue salarial y de modificación sustancial de las condiciones de trabajo. Los firmantes se emplazan a dar vía libre al arbitraje para imponer el descuelgue del convenio en caso de desacuerdo entre las partes.
Como se puede comprobar, son medidas que van en la dirección de aumentar la tasa de ganancia empresarial, incrementando la explotación de la mano de obra y rebajando salarios. Medidas que sólo se pueden traducir en más paro y más crisis, al deprimir la demanda por la reducción de salarios, a los que se une la brutal subida de impuestos a las rentas del trabajo reflejada en el IRPF por parte del gobierno del PP. Son medidas que van en la dirección contraria a la creación de empleo que dicen los firmantes. En realidad, ya en las empresas, el chantaje empresarial está provocando un incremento drástico de los ritmos de trabajo y del poder empresarial (mal llamada flexibilidad interna), que se está manifestando en un aumento de la explotación de la mano de obra que lleva consigo algo elemental, producir más con menos, y eso sólo tiene la traducción de más paro.
El pacto antisocial abre las puertas a una reforma laboral dura e inminente
Si la intención de los dirigentes sindicales de UGT y CCOO era dar la razón a los empresarios y la derecha en todo, para frenar una reforma laboral dura, diciéndoles “no os preocupéis en legislar que ya lo hacemos nosotros”, han conseguido todo lo contrario. La firma del pacto antisocial ha abierto la puerta a una reforma laboral que puede lesionar derechos históricos de los trabajadores. Tan solo cinco días más tarde del pacto, el pasado 30 de enero, Mariano Rajoy lo dejaba claro en una no casual charla informal cuando dijo “ la reforma laboral me va a costar una huelga”, en un mensaje claro a los sindicatos, dejaba entrever sus intenciones. En los siguientes días, numerosos medios económicos están avanzando la reforma laboral que prepara el gobierno del PP, que no es otra que un salvaje abaratamiento del despido vía facilitar todavía más las causas del despido objetivo, por el que el empresario puede despedir de forma procedente por tan sólo una indemnización de 20 días por año trabajado, así como  aplicar ya, directamente, la abolición para todos los nuevos trabajadores de la indemnización de 45 días por año trabajado.
La nefasta política de pactos de los dirigentes de UGT y CCOO les ha llevado a un callejón sin salida, en el que ven por un lado que la derecha se prepara para aplicar una contrarreforma laboral histórica contra los derechos de los trabajadores y, por otro lado, estos mismos dirigentes se han comprometido a ejercer la represión contra sus propios afiliados para imponer las draconianas medidas de ajuste que recoge su pacto antisocial con la patronal.
Responder con la movilización
Se acercan días decisivos para la clase obrera del Estado español, la derecha y el capital están preparando el gran saqueo, sumado a lo que los trabajadores ya venimos padeciendo en los últimos años. No es hora de pequeñas fricciones, ni de sectarismos, es hora de forjar una inquebrantable unidad de toda la clase obrera como un solo hombre y una sola mujer para hacer frente a un plan de ajuste salvaje e injusto. Hoy más que nunca, con más de 5 millones de parados ,las palabras de Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, “la burguesía  no es capaz de dominar porque no es capaz de asegurar al esclavo la existencia ni siquiera dentro del marco de esclavitud”, vuelven con toda su vigencia.
El movimiento 15-M ha sido una pequeña muestra de la rabia que existe bajo la superficie, pero para hacer frente a la brutal y sistemática ofensiva de los capitalistas contra nuestros derechos es necesario responder de una forma mucho más organizada,  con una perspectiva de lucha por la transformación social y en el que la clase obrera juegue un papel central. Un plan de lucha serio y a la altura de los ataques que estamos sufriendo sería una garantía de unidad de la clase obrera ya que respondería a una demanda que está presente en toda la base de las organizaciones sindicales y políticas de la izquierda, incluyendo, por supuesto, en los afiliados de CCOO y UGT. Hay que dar el paso de la huelga general, una huelga con perspectiva de continuidad y con la participación desde abajo, para defender en la calle, con uñas y dientes, las conquistas sociales que tanta represión, cárcel y muerte costaron a millones de obreros, nuestros hermanos, en los últimos 100 años. No nos interesan las ruinas del capital, como decía Buenaventura Durruti “ No tenemos miedo de las ruinas, llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”.
David Bernardo Nevado • Afiliado a CGT Málaga

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