lunes, 6 de febrero de 2012

Editorial: Tras el congreso socialista.

RUBALCABA ha empezado a preparar las elecciones andaluzas del próximo 25 de marzo con la inclusión de José Antonio Griñán en la presidencia de la Ejecutiva que salió del 38 congreso del PSOE, clausurado ayer en Sevilla. Para ello ha tenido que sacrificar a Manuel Chaves, una de las personas que posiblemente más haya contribuido a que el ex vicepresidente del Gobierno se haya alzado con la Secretaría General del primer partido de la oposición.
La elección de Griñán, a quien unánimemente se ha señalado con razón como el perdedor de este congreso en Andalucía por su alineamiento con la candidata derrotada, responde a la necesidad de visibilizar al presidente andaluz y de no condenarlo al ostracismo en un momento en el que los socialistas se juegan su ser o no ser en las elecciones del 25 de marzo. Pasada esa fecha, y en función de los resultados que se obtengan en esos trascendentales comicios, el socialismo andaluz se verá obligado a acometer una profunda renovación y a cerrar todas las cuestiones que quedaron abiertas hace tres años con la salida de Chaves y la llegada de Griñán. Aparte de las claves andaluzas, que tan importantes han sido en la preparación y desarrollo del congreso clausurado ayer, Rubalcaba ha apostado por una Ejecutiva de perfil bajo, en la que se echan de menos personalidades de relieve y constituida en base a una guardia pretoriana de personas de su absoluta confianza, entre las que destaca Elena Valenciano, la mujer que lo ha acompañado en las dos campañas que ha protagonizado en los últimos meses y que se convierte en la persona con más poder en la dirección socialista. La nueva Ejecutiva, y en eso creemos que acierta plenamente Rubalcaba, se desmarca claramente de los nombres y estilos más característicos del zapaterismo, que nada ayudaron a fortalecer la imagen del partido. Las próximas semanas y meses nos revelarán si el nuevo secretario general ha acertado con este equipo. La situación de España requiere un Gobierno fuerte, pero también una oposición sólida. Ejercerla es ahora la responsabilidad y la obligación de Rubalcaba.

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