Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas
Los excedentes del campo han sido tradicionalmente transformados para
aprovechar el exceso de producción y disponer de ese alimento la temporada en
que no se produce. Históricamente ésta transformación ha sido realizada por
mujeres, ya que la alimentación familiar ha estado culturalmente en sus manos y
por este motivo, son ellas las que han desarrollado los conocimientos
tradicionales implicados en su realización. Además, la transformación de
alimentos a pequeña escala en la granja o la finca permite a las mujeres
compatibilizar dicha tarea con las de cuidados familiares, de las que son
también responsables principales. En este contexto, donde muchas de las
campesinas son empleadas sólo de forma temporal o a tiempo parcial o no cotizan
a la seguridad social y que, consecuentemente, no disponen de una independencia
económica, la transformación de alimentos deviene un aporte de ingresos extra
necesarios para las mujeres del mundo rural en un entorno fuertemente
masculinizado donde las tareas más relacionadas directamente con la agricultura
les están vetadas o están fuertemente precarizadas. De hecho, las mujeres del
medio rural tienen salarios inferiores a los hombres (un 34% por debajo de la
media) pese a aportar la principal parte de la economía familiar y que la tasa
de paro femenino en los municipios rurales supere en 20 puntos la media
española.
Así pues, la transformación de los alimentos en la propia finca a pequeña
escala es una de las estrategias más utilizadas por una gran parte de las
mujeres campesinas para desarrollar proyectos de vida autónomos o complementar
las rentas agrarias.
En el informe “Soberanía Alimentaria, transformación artesanal y equidad de
género” publicado recientemente por Mundubat, se profundiza sobre la situación
de la mujeres en el entorno rural y la transformación campesina de alimentos.
Dicho informe aborda y visibiliza las propuestas y problemáticas a las que se
enfrentan las mujeres del mundo rural que realizan transformación campesina
desde una perspectiva feminista y en base a la Soberanía Alimentaria. Con la
voluntad de tener testimonio directo de la situación, la investigación se basa
en las entrevistas realizadas a 16 mujeres campesinas que se dedican a la
transformación de alimentos, así como a personal de administración y personas
técnicas de los principales sindicatos agrarios, además del análisis crítico de
la normativa relacionada con la transformación de alimentos.
Algunas de las mujeres
entrevistadas mostraban su rechazo al término artesanal por la perversión del
concepto que existe en la actualidad, y preferían hablar de transformación
campesina para así recalcar su vinculación con la finca y las actividades
agrarias.
Los resultados presentados en el informe ponen de manifiesto que hay una
falta de diferenciación entre pequeña y mediana-gran producción, lo cual hace
que no haya una regulación sanitaria específica para la transformación de
alimentos a pequeña escala, cosa que no pasa en otros países europeos como
Francia, que dispone de una legislación adaptada a la transformación campesina.
En el Estado español, la regulación técnica y sanitaria de la transformación de
alimentos está enfocada a la realidad de las industrias agroalimentarias, hecho
que conlleva multitud de trabas legales, económicas y sociales para las mujeres
campesinas. En la investigación realizada, las mujeres entrevistadas exponían
que los requisitos y trámites exigidos para transformar alimentos son diferentes
según la comunidad autónoma y la persona técnica encargada de realizar la
inspección sanitaria, y que la normativa sanitaria entra en conflicto con
diversos métodos y conocimientos tradicionales. Tales normativas suponen una
herramienta de expulsión de campesinos y campesinas en todo el mundo y las
experiencias relatadas por las mujeres entrevistadas apoyan la hipótesis de que
la legislación actual trata de legitimar y perpetuar el actual modelo
industrializado de alimentos.
No obstante, ante esta situación, las mujeres campesinas desarrollan
estrategias para superar estas dificultades y poder continuar transformando
alimentos a pequeña escala como por ejemplo, generando redes de apoyo mutuo
entre los y las campesinas o creando infraestructuras comunitarias para reducir
costes.
Otro de los aspectos a destacar de la investigación es la importancia del
papel de los sindicatos agrarios para fomentar la transformación alimentaria
campesina y cambiar la actual normativa, excesivamente compleja y estricta.
Según los resultados, una de las posibles causas que explicarían las diferencias
en el peso que tiene la transformación campesina dentro de cada sindicato es la
relevancia que tienen los aspectos de género en el seno de cada organización.
En opinión de las mujeres entrevistadas, es imprescindible la inclusión de
las mujeres en los sindicatos para favorecer los proyectos de transformación de
alimentos a pequeña escala.
Así pues, es necesario visibilizar y valorizar el sector de la transformación
campesina. Un sector que se conforma en general, ajeno al modelo establecido,
con producciones más diversificadas, a pequeña escala y orientadas a la venta
directa y a mercados locales porque el objetivo es hacer alimentos de calidad
con criterios que incluyen la cercanía, la sostenibilidad, la creatividad y la
creación de redes de apoyo; un modelo más humano y menos productivista donde las
mujeres tienen un papel imprescindible en la lucha por la Soberanía
Alimentaria.
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