lunes, 2 de julio de 2012

Más efectos colaterales de la economía del ladrillo y claudicaciones del “gobierno de los mejores”.

Los conceptos son algo borrosos, la definición precisa no siempre les acompaña En el caso de España, el concepto de abandono escolar parece incluir tanto a los estudiantes que no han obtenido la titulación de la ESO como a quienes, lográndolo, no prosiguen sus estudios ni en ciclos formativos, ni en el Bachillerato ni en enseñanzas no regladas. Se detienen en la ESO por el momento.
Más en general, el “abandono escolar temprano” es un indicador educativo de la Unión Europea. Se entiende por tal, algo más estrictamente, el no cursar estudios tras la etapa educativa obligatoria. No es concepto equivalente al de fracaso escolar -netamente estigmatizador como es evidente- con el que a veces se confunde.
En la "Agenda de Lisboa" [1] se fijaron una serie de objetivos en terrenos (digámoslo rápido y mal) sociales (que no son sólo sociales: detrás se esconde la patita del lobby empresarial que merodea la presa). Uno de los objetivos en educación era lograr que el promedio de “abandono escolar temprano” de los países miembros de la Unión fuera del 10%. El año para conseguirlo: 2010. Se pretendía entonces que el 90% de los jóvenes europeos entre 18 y 24 años estuvieran cursando o hubieran cursado ya estudios superiores a los obligatorios.
No se cumplió, ni de lejos. No problem. Se repitió para 2020. Esta vez en la “Agenda de Madrid”. Verán, no es una conjetura arriesgada, como habrá más agendas sobre esta finalidad.
Todo lo anterior viene a cuento de lo siguiente:

Con tiempo, con mucho tiempo por delante, faltan ocho años, la consejera de Educación –Irene Rigau- del gobierno de los “mejores privatizadores”, el gobierno de EuroVegas y de los elogios al Estado racista y belicista de Israel, ha declarado que Cataluña no podrá cumplir el objetivo marcado por la Unión Europea [2]. Aquí, parece ser, no somos europeos, la Holanda del Sur. La “Catalunya is not Spain” se ubica en otros continentes.
¿De qué objetivo habló la consellera? El que antes comentábamos: reducir al 10% la tasa de abandono escolar en el 2020. Reducir, matizo, no eliminar. La finalidad, que nunca ha sido tildada de utópica, era que fuera un 10% el porcentaje de alumnos que abandonaran su formación (es decir, que colgaban sus estudios y se insertaban, nunca en buenas o regulares condiciones laborales, en el insultantemente denominado ¡mercado laboral”).
Abandonado este objetivo -así, sin más, evitándome así el reconocimiento posterior de un nuevo fracaso-, ¿cuál es el nuevo compromiso de la Generalitat catalana en el momento en el que los recortes, hachazos más bien, en educación son moneda corriente, sonante y diaria? El de disminuir el numero de alumnos que no continúan los estudios después de la ESO, ese es su punto, pero no en tratar en la inmensa y delicada parcela anterior, esto es, los cuatro cursos de ESO, tarea que exigiría, como es obvio para quien quiera verlo, muchísimos más medios (más profesorado entre otras cosas), muchos menos alumnos por clase (compromiso básico del que se ha hablado innumerables veces a lo largo de estos años), más apoyo a las familias, tratamiento diferenciado de lo que no es igual, ayudas y formación extraescolar, mejores y más humanas condiciones laborales y otros horarios para los miembros trabajadores de las familias, reconsideración de algunas asignaturas de la etapa, atención individualizada cuando fuera necesario. Largo etcétera.
El compromiso post-ESO –la ESO es obvio que queda abandonada- de la consellera Rigau habla de reducir el abandono actual, el 26% –más de una cuarta parte del estudiantado catalán no continua- al 15%. La nueva fecha es 2018, 6 años nos quedan. ¿Se creen el anuncio o lo viven más bien como la crónica bufa de un desastre anunciado? Cuesta ver su veracidad, es poco creíble. Ni que decir tiene que el nuevo compromiso puede ser revisado cuando se quiera y como se quiera. Son palabras insustantivas, algún dato suelto y poco, muy poco más.
La argumentación de la consejera: tomen nota, vale la pena: “Hay que ser realistas, estamos muy lejos de las medias europeas” [3]. ¿Esto es ser realista? ¿Este es el realismo convergente-unionista? ¿Qué decían ella y el anterior consejero, Ernest Maragall, colegas en muchas decisiones, cuando los sindicatos y colectivos de enseñantes señalaban los enormes déficits de la educación en Catalunya, peor incluso que la media española? Literalmente: se mofaban. Lo que les importaba eran las TIC, la reorganización neoliberal de la educación preuniversitaria y ubicar toda esta etapa formativa bajo el paraguas sesgado de la voluntad y deseos de las grandes corporaciones. Eso era la modernidad, lo otro eran planteamientos transnochados e izquierdistas.
¿Qué ha estado ocurriendo para que hayamos llegado a esta situación? Muchas cosas por supuesto: desde el triunfo de la cara más oscura del capitalismo y sus enormes desigualdades sociales, pasando por el endurecimiento de las condiciones laborales que impiden a muchas familias obreras atender adecuadamente a sus hijos o tutelados pasando por la estúpida cosmovisión general que a todos nos amenaza donde el estudio vale lo mismo que un grano de arena en el Sáhara y lo que importa realmente son los goles de Cristiano R. y de Leo Messi hasta llegar a la desinformación y acriticismo como política cultural para las “grandes masas” planificada desde numerosas y conjuntadas instancias del poder. Que Mario Conde, Urdangarin, Aznar, la primera autoridad del Estado, el señor Gil, la señora Pantoja, Joan Laporta, Mikimoto o Mourinho, por ejemplo, hayan sido o sean referentes sociales lo dice casi todo.
Más en concreto: ha pasado lo que está en mente de todos: dinero fácil, el tocho, tocho y tocho (y olé), trabajos con mucha “mano de obra” apenas calificada pero fuertemente explotada, jóvenes sin apenas contratos en condiciones a los que se les ofrecía en la subcontrata de la subcontrata de la quinta subcontrata 800 o 900 euros por trabajar 10 o 12 horas, familias necesitadas de ayudas complementarias, grupos familiares –obreros algunas de ellos desde luego- que cayeron en la trampa del “España va bien” o del vamos a superar a Italia y aproximarnos a Alemana. Muchos jóvenes -aquí, en Catalunya, con plena consciencia de ello por parte de los poderes públicos y las clases empresariales del país-, siguieron el camino, nada fácil aunque pensaran que lo era, que se les situaba -día sí, noche también- en frente de sus cabezas, sus ojos ávidos de novedades y de sus vaciados bolsillos. En 2008, por ejemplo, la tasa de abandono escolar fue del 33%. ¡Una tercera parte del estudiantado no finalizada sus estudios! ¡Viva, visca, el timo-tocho!
Se ha reducido actualmente el porcentaje del abandono en tierras catalanas –hay mucho menos tocho en la actualidad como es sabido- pero el actual es superior al de la media española, nada menos que del 28,4%, y está a años luz de la media europea que es del 14%. Los alumnos que ni siquiera acaban la etapa obligatoria, la ESO, se sitúan en Cataluña en un 21,5% (¡más de la quinta parte!). ¿Se imaginan cuál va a ser el efecto de incrementar la ratio –es una decisión injusta hasta el vómito del gobierno de los mejores privatizadores- de 33 a 36 alumnos por clase (en torno a un 10%)?
El programa de Irene Rigau para la reducción del “fracaso” o abandono escolar, los términos se confunden en la exposición, se centran en 9 ejes de actuación: simplificación de los currículos (menos asignaturas), mayor formación del profesorado (como si éste careciese de formación), profesionalizar la figura del director del centro (convertirlo en un ejecutivo/a de empresa privada) [4], fomentar vías –ya existen en la actualidad- para la reincorporación a los estudios…Y así siguiendo.
¿Cuenta el sesudo plan con recursos económico adicionales? ¡Por favor, estamos de broma! Euros: 0,000; ese es el presupuesto. Comentario de la consejera Rigau ante este nudo decisivo: en la línea del más con menos del president de la soberbia: “todo se hará con los esfuerzos de la comunidad educativa”. Añadió: “La fuerza docente la tenemos”.
¿Qué fuerza docente? ¿La que está permanentemente maltratada, la misma que el próximo curso será arrojado al paro? ¿La que ve disminuidos sus salarios? ¿Aquella a la que se incrementa en un 12% su horario laboral en estos dos últimos años? ¿La que tendrá que formar, en algunos casos, a 36 alumnos/as en clases de ESO? ¿Alguien que sepa algo de enseñanza y de formación puede pensar que puede darse una clase en estas condiciones? ¿No era un disparate evidente ya para todos cuando la ratio era de 33 alumnos?
Un punto más: visto lo que hemos visto durante la época del tocho y de sus grandes beneficiarios (“grandes” familias catalanas, las de toda la vida, incluidas entre ellos), ¿se imaginan qué tasa de incremento en abandono y “fracaso” escolar se producirá si EuroVegas se instala finalmente en el Prat de Llobregat? ¿Quién fracasará? ¿Los estudiantes obreros o las políticas y culturas ambientales que les empujarán al dinero fácil y a sus contornos, esta vez sí, más abyectos?
¿Se está o no se está realmente por abonar políticas que ayuden a superar al abandono y a no conseguir finalizar la ESO? La respuesta es inmediata y recuerdo de paso que hay una infamia que se llama cinismo político que está de moda, muy de moda.
Notas:
[1] He tomado los datos de la enciclopedia Wikipedia.
[2] I. Vallespín, “Rigau admite el fracaso en la lucha contra el abandono escolar”. El País (edición Cataluña), p. 3
[3] Parlament, 28 de junio d 2012.
[4] Aparte de la inmensa memez que presupone creer que la “profesionalización ejecutiva” de los directores y directoras, una antigua vindicación de la derecha conservadora del profesorado aposentado que combate los procesos democráticos de funcionamiento en institutos y escuelas por poco “eficaces”, la ideología neoliberal, acríticamente asumida, que subyace a este punto del programa es de una evidencia luminosa. Siguen erre que erre en lo suyo: no hechos que refuten, modifiquen o hagan temblar teorías, sino “teorías” que usan todos los hechos para corroborarse. Estos son mis hechos: si no le gustan, tengo otros. A su disposición.

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