José Antonio Mérida Donoso
Entre el 24 de marzo y el 11 de junio de 1999, la OTAN dio un ultimátum a las autoridades federales y llevó a cabo el bombardeo de Yugoslavia. Como se sabe, la campaña de ataques aéreos llevada a cabo destruyó la infraestructura serbia y hundió su economía, dejando un saldo de 3.000 civiles muertos y 10.000 heridos. Un hecho que no puede obviarse cuando se discute la inclusión del nuevo país a la OTAN.
El 13 de junio del 2011, muy pocos medios de comunicación se hacían eco, en breves líneas, de la noticia de cientos de personas mostrando su indignación contra la OTAN, ante la conferencia militar llevada a cabo en la capital de Serbia. Dichos medios, en su mayoría, presentaban la noticia como grupos de “ultranacionalistas” que se manifestaban sin incidentes, ante una conferencia de la OTAN organizada bajo el lema de “Seguridad regional y mundial”. Lo que no recogían la mayoría de los medios eran los motivos de la protesta contra la que era la mayor cumbre de la OTAN organizada ese año, así como el rechazo de algunos manifestantes a la intervención militar en Libia y en general, los porqués de los resquemores de una gran parte de la sociedad a la integración de Serbia en la Organización internacional política y militar. Los Mass media simplemente se limitaron a informar que se trataba de facciones ultranacionalistas, por existir entre ellos partidarios en contra de la independencia de Kosovo [1]. Por su parte el Canal Sur de Venezuela recogía la noticia subrayando que se habían realizado diversas manifestaciones en rechazo a la intervención militar en Libia y que la policía había reprimido una de las protestas. Lo cierto es que si a nadie se le escapa el posicionamiento de ciertos medios de comunicación en Venezuela, no resulta, al menos en apariencia, menos evidente la manera de presentar ciertas noticias en España y por ende, en Europa.
A poco que uno indague en la población de Serbia, se percatará que la gran mayoría no ha olvidado que la OTAN fue la encargada de llevar a cabo la intervención militar de 1999 con las consecuentes consecuencias catastróficas para la población civil. Como se sabe más de 3.000 civiles, entre ellos 70 niños, fueron asesinados por las bombas de la OTAN y más de 10.000 personas fueron heridas, algo que evidencia un monumento conmemorativo en el centro de la ciudad -junto a la iglesia histórica de San Marcos- reclamando su derecho en el espacio memorístico del país y por tanto, haciéndose presente en la memoria colectiva de la ciudad. Por su parte la OTAN veía potenciada su capacidad de gestión en el panorama internacional. Cabe, sin embargo, entender como legitima la pregunta de si la ofensiva aérea lanzada contra el régimen yugoslavo con el fin de forzarle a cumplir las demandas de la comunidad internacional y detener la represión étnica y política que se estaba produciendo en la provincia de Kosovo, necesitaba esa respuesta o habría sido viable otro tipo de actuación, si bien más “peligrosa”, más necesaria para evitar la matanza de población civil.
Así las cosas, a día de hoy cabe destacar que en cada uno de los siete estados de los Balcanes Occidentales se encuentra en diferentes fases en el proceso de adhesión a la OTAN. Si Croacia y Albania entraron en la Alianza en 2009, la ex República Yugoslava de Macedonia está en espera de cumplir los criterios relaciones de buena vecindad, con el fin de unirse a la Alianza. Por su parte Montenegro y Bosnia y Herzegovina han demostrado un agudo interés en la composición de la misma, pero todavía se vislumbra un largo camino para realizar las reformas pertinentes por parte de los políticos. Mientras, en las opiniones públicas nacionales, se debate la ambivalencia entre el escepticismo propio del “qué más da” con la mirada hostil hacia la OTAN. En este contexto Serbia se presenta como el único reducto aislado, distante todavía de la Organización, a pesar de haber entrado en la Asociación para la Paz (APP). Los recuerdos aún vivos de la campaña de bombardeos contra Serbia, junto con una sensación de injusticia ante la independencia de Kosovo son las reales consecuencias de una población que en su mayoría sigue estando en contra de formar parte de la OTAN.
Foto del monumento en cuya placa se lee: dedicated to the children killed in NATO agression
Ante esta idiosincrasia se entiende el interés de la OTAN por realizar su encuentro en Belgrado, en el corazón de un país que el año pasado miraba ya con cierta controversia formar parte de la Unión Europea (UE), algo acentuado en tiempos de crisis [2].
La simplificación y las construcciones maniqueas tienden a ser propias de un doble lenguaje anclado en la ignorancia (por parte de un lector de medios de comunicación poco o nada crítico para con estos) y el queísmo tendencioso, caracterizado por medias verdades. Que el posible lector entienda como verdad axiomática Kosovo bueno y Serbia mala, menoscaba cualquier posible razonamiento no sesgado. Si se niega la existencia de una parte de la sociedadprotestando, se niega también la existencia de un conflicto social. Como es evidente esta “negación” no hace que el conflicto desaparezca. Bien es cierto que algunos grupos que alzaron su voz contra la OTAN como la Liga de la Juventud Comunista de Yugoslavia (SKOJ, actualmente ilegalizada), o miembros del partido de Tomislav Nikolic, (un Partido Progresista, del que dicho líder político llegó a sostener una huelga de hambre en contra de posturas integristas con la UE), distan de los planteamientos del presidente Boris Tadic, del Partido Democrático, podían pretender indirectamente que se fijara una fecha para las elecciones en Serbia, donde allí como aquí, mucha parte de la población ese siente frustrada.
Esta falta de contextualización es la que tiende a empañar todas las noticas que se brindan respecto a los países de la ex-Yugoslavia tan cercana y tan distante en los medios de comunicación. Son los mismos medios los que, en su tendencia a una esquematización del lenguaje, mostraron una manifestación sin incidentes, obviando el hecho de que hubiera ocho detenidos (según fuentes oficiales, dando la información como si no hubiera habido ningún problema), del mismo modo que se omitía la fuerte presencia policial que se había movilizado para cubrir el transcurso de las manifestaciones.
Si en la manifestación se mostró el rechazo de una parte de la población a favor de la integración de Serbia en la Organización que fuera creada en 1948 como resultado de las negociaciones entre los signatarios del Tratado de Bruselas, los medios presentaban el triunfo del congreso como un paso más para la incorporación de Serbia a la misma. Los manifestantes, mostraron diversas pancarta tales como "No la OTAN", o "Serbia no debe convertirse en un miembro de la OTAN”. En casos muy minoritarios, se presentaron fotos de Gadafi que algunos manifestantes llevaban, haciendo participe el sentimiento contrario de cualquier intervención de la OTAN en el panorama internacional y no una gran mayoría como algunos medios presentaron en Venezuela.
Cabe hacer pues, un ejercicio de reflexión sobre la información que nos llega y su manera de abordar problemas complejos, que nos inste a mantener un espíritu crítico para poder alcanzar una información más rigurosa y coherente. Antes de opinar necesitamos información contextualizada. Por muy evidente que suene, la población de Serbia no existe solo cuando aparece en los medios de comunicación, igual que la de Kósovo, Macedonia, Croacia o Bosnia. Si Serbia ha de formar parte del entramado económico que supone la Unión Europea ha de aceptar las mismas reglas del juego. Éstas no acaban con la pretendida normalización de las relaciones internacionales del país y sus aspiraciones de acceso a la Unión Europea ante la captura y entrega a la justicia internacional de los dos hombres más buscados por su papel en las guerras yugoslavas, que se ocultaban en territorio serbio: Radovan Karadžić y Ratko Mladić, (entregados en 2008 y 2011 respectivamente).
Llegados al final de este articulo, me gustaría subrayar que la finalidad del mismo no ha sido la de victimizar o elevar a los altares a Serbia. Más bien todo lo contrario, a saber, acercarme a la complejidad que subyace en la idiosincrasia de los denominados países balcánicos en general y de Serbia en particular. Cuando el 21 de mayo de 2006, se realizó en Montenegro un referéndum para determinar si se procedía a finalizar su unión con Serbia, los resultados fueron de un 55,4%, es decir una pequeña mayoría de los votantes, en favor de la independencia, por lo que el Parlamento de Montenegro proclamó la independencia del estado, el 3 de junio de 2006. Este triunfo para la población montenegrina no puede entenderse desde perspectivas evidentes de mayorías absolutas, sino de una sociedad complejizada, que a pesar de todos los peros acaba tomando una decisión democrática. La complejidad implica una cantidad extrema de interacciones e interferencias entre un número amplio de unidades, es decir, un fenómeno cuantitativo que requiere de un correspondiente análisis cualitativo. Una de las características propias de esta sociedad compleja en la que vivimos es que como tal, en ella no se presentan acontecimientos aislados; todos siguen la consabida lógica de causa y efecto. Bajo el telón de los principios de disyunción y reducción se constituye el “paradigma de simplificación”, calificable a todas luces como una patología moderna del pensamiento. Bachelard afirmaba que “lo simple no existe; sólo existe lo simplificado”… resulta un aforismo tan evidente como fácil de no aplicarlo [3].
Notas:
[1] Como se sabe, el 21 de mayo de 2006, se llevó a cabo un referéndum en Montenegro para determinar si se procedía a finalizar su unión con Serbia. Los resultados mostraron a un 55,4% de los votantes en favor de la independencia, por lo que el Parlamento de Montenegro proclamó la independencia del estado, el 3 de junio de 2006. Para más datos consúltese el link del Tribunal Penal Internacional. « Accordance with International Law of the Unilateral Declaration of Independence by the Provisional Institutions of Self-Government of Kosovo (Request for Advisory Opinion) »
[2] Según una encuesta de la UE en Serbia, Oficina de Integración de junio de 2010 al menos un 65%de los serbios votarían "sí" a la integración de Serbia en la UE mientras que el 15 por ciento de los encuestados se declararían en contra.
[3] Bachelard, Gastón: La formación del espíritu científico. Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
Autor: José Antonio Mérida Donoso, profesor de Historia, Lengua y Literatura, ha compaginado su trabajo docente en universidades y colegios, con la labor de investigación, publicando diversos artículos sobre dichas ciencias. Del mismo modo ha colaborado con diversos medios de comunicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario