En los pasados días 7, 8 y 9 de octubre se desarrolló la primera fase del segundo proceso congresual de UJC-Madrid. El objetivo del mismo fue, a modo de resumen, no sólo plasmar las líneas generales en lo referente a las conclusiones, sino previamente el análisis científico del movimiento comunista español para poder desarrollar una Estrategia concreta que nos permita avanzar hacia la reconstitución del Partido de la Revolución. Nos lleva a exponer los motivos, contenidos en el documento aprobado en el mencionado Congreso, de forma sucinta en el presente comunicado.
La decisión adoptada en este Congreso de la UJC-Madrid no supone un cambio de estrategia, sino una modificación de una parte de la misma, de modo que varía la dirección del golpe principal donde reconstituir el necesario Partido de la Revolución, dado el último conjunto de variaciones cuantitativas materializadas en el seno del PCE, que nos lleva a plantear el presente cambio cualitativo.
Un cambio cualitativo en la dirección del Partido que reclaman a gritos las masas trabajadoras como herramienta para su lucha contra el capitalismo y por la sociedad que les corresponde y en la que ven materializados sus intereses: la Socialista; aunque a día de hoy no son conscientes de ello, tal y como hemos podido comprobar en el desarrollo del llamado movimiento 15-M y las Asambleas Populares desarrolladas a lo largo y ancho de todo el Estado. El espontaneismo que infiere a las masas la ajena ideología burguesa requiere de este Partido que sea capaz de combatirla e introducir la ideología y conciencia socialista, propia a la clase trabajadora, así como la organización necesaria para afrontar la lucha de clases contra el capitalismo y por el socialismo.
Un sistema capitalista criminal en crisis, hoy y mañana, y unos empresarios que lo utilizan para mantener su posición en la sociedad, que para poder sobrevivir y mantener su máxima del máximo beneficio necesitan volver a las condiciones laborales insufribles de explotación y sociales de los trabajadores del siglo XIX, en el siglo XXI, cómo única vía para salir de la crisis y sostener su sistema capitalista. Lo constatamos en todas las medidas aplicadas (Reforma Laboral, Reforma de las Pensiones, recortes en el gasto público), las que han propuesto (Directiva Bolkestein, Directiva de las 65 horas, nueva Reforma Laboral más profunda) y las que van a venir. Mientras tanto, lo que producimos entre todos se lo quedan unos pocos, cada vez menos, para engrosar sus capitales y propiedad privados. Que además nos encamina a nuevas guerras, como lo ha sido Libia y lo serán Siria e Irán, por el control de los recursos naturales, principalmente energéticos, y la apertura de nuevos mercados para sus productos y capitales, donde puedan explotar, de forma más sanguinaria, a la clase trabajadora y restantes capas populares. Guerras que van a usar a parte de la clase trabajadora, incapaz de encontrar un trabajo para conseguir sus medios de vida, y que se ve empujada a formar parte de los ejércitos imperialistas que lanzan a los trabajadores en la defensa de esos intereses descritos de las grandes multinacionales.
Un sistema capitalista, en descomposición y moribundo, que para poder realizar todas estas tareas de supervivencia temporal, cuya caída será infligida la clase trabajadora, ha recurrido, recurre y recurrirá a quitarse la máscara “democrática” y mostrar su verdadero carácter: su dictadura contra la clase trabajadora y la democracia para su clase, la burguesa. La represión política y social es el pan de cada día y lo seguirá siendo en mayor medida.
La existencia del Partido de la Revolución es una necesidad material cada vez acuciante, de modo que rompamos con el sectarismo entre los destacamentos comunistas y tracemos una línea divisoria bien definida que nos enfrente con el reformismo de la socialdemocracia, que atiende indirectamente, incluso directamente, a los intereses de la burguesía, presente en el seno del movimiento comunista y del movimiento obrero.
Es por ello que la decisión adoptada por el conjunto de la militancia de la UJC-Madrid, en el proceso democrático interno plasmado en el Congreso como órgano máximo de decisión, sea la ruptura con el Partido Comunista de España (PCE) por los siguientes motivos:
¿Por qué rompemos con el PCE como referente partidario en cuyo seno y bajo cuyas siglas se podía reconstituir el Partido de la Revolución?
Proceso de descomposición del PCE: el proceso Cometa.
Consideramos, de forma objetiva, que actualmente el PCE se asemeja a un cometa que, al entrar en la atmósfera terrestre, se va descomponiendo, perdiendo progresivamente cada vez más trozos hasta terminar siendo un simple pedrusco al impactar en el suelo. No es algo de hoy, sino que este proceso se lleva desarrollando desde hace décadas y que ha impedido a la clase obrera tener la herramienta para la lucha por sus intereses.
Para ello es necesario que no retrotraigamos desde los comienzos del PCE y explicar, brevemente, el desarrollo y degeneración del propio PCE:
Después de su creación en 1920 y rectificación de los errores de tipo izquierdista, el PCE experimentó un gran ascenso en influencia en las masas trabajadoras durante la Guerra Nacional Revoluciona antifascista, lo que llevó al PCE a alcanzar la cifra de 300.000 miembros.
La muerte del camarada José Díaz (principal valedor de las posiciones comunistas), la victoria del grupo revisionista Carrillo-Pasionaria y la coyuntura internacional en el Movimiento Comunista iniciada por el XX Congreso del PCUS fueron los pasos que jalonaron el triunfo del revisionismo en el PCE. La política de Reconciliación Nacional lanzada por el PCE en junio 1956, siendo, en apariencia, una política justa y un cambio de táctica correcto, supuso graves e importantes errores que reflejaron el primar gran triunfo del revisionismo. Errores de bulto sobre la pérdida de la independencia en el frente único y la conciliación de clase, así como las concesiones de todo tipo, sin límite, al resto de capas de las demás clases sociales y la apuesta por el parlamentarismo como táctica única tras la superación del franquismo.
El revisionismo consolidó sus posiciones en la dirección del PCE con el ascenso de Carrillo a la secretaría general (con el apoyo de Dolores Ibárruri) y la marginación y/o marcha de los elementos comunistas de la dirección (Líster y Uribe). Consolidada, la camarilla revisionista se dispuso a llevar adelante un proceso de transformación del PCE en un partido socialdemócrata.
Las alianzas fueron concebidas cada vez más como alianzas “por el progreso y la democracia” que como alianzas entre el proletariado y otras capas populares interesadas en el derrocamiento del fascismo. Pero para la lucha a seguir tras la caída del fascismo se perdía cada vez más la perspectiva de la revolución proletaria, para abrazar cada vez más la idea de la transición “parlamentaria y democrática al socialismo”. Con ello se negaba el carácter dictatorial de clase del Estado burgués, por muy democráticas que parezcan sus formas de manifestarse.
Con el ascenso, consolidación y desarrollo del revisionismo, no fueron pocas las escisiones que se produjeron. Éstas arrastraron a oportunistas de izquierda con afán de protagonismo, pero también a comunistas honrados y hartos del oportunismo. Pero el caso es que hicieron disminuir cuantitativamente los efectivos del sector comunista en el PCE. Aproximadamente 10.000 militantes abandonaron el PCE en las sucesivas escisiones.
El circo orquestado por la oligarquía para reformar su aparato de dominación clasista conocido como “transición democrática” aceleró el proceso de “socialdemocratización” del PCE que culmina con la aceptación del actual régimen burgués de monarquía parlamentaria, terminó produciendo la salida masiva de cerca del 60% de los afiliados y militantes.
Y así en las elecciones de 1982 el PCE se hundió. Al ser excluido el PCE del reparto de la tarta de poder en el Estado burgués, la fuga masiva de elementos oportunistas y carreristas hacia el PSOE fue inevitable.
A pesar de que la bancarrota del oportunismo siempre es una oportunidad (valga la redundancia) para el resurgimiento de las posiciones revolucionarias, la expulsión de Carrillo y su grupo en 1985 no trajo una vuelta a los principios comunistas, sino una nueva versión de revisionismo que, en lo esencial, continuó repitiendo los mismos errores, sobre todo los concernientes a la interpretación derechista del frente único. Al calor de la lucha anti-OTAN surgió Izquierda Unida (en la que también participaba el PCPE, el Partido carlista, el partido humanista…). Pero no surge como un frente antiimperialista y antimonopolista de la clase obrera y otras capas populares, sino como una coalición electoral, a través de la cual el PCE pretendía reflotar su fuerza electoral. El objetivo ya no era la revolución proletaria, sino el crecimiento electoral para gestionar las instituciones burguesas. En la década de los 90 aparecieron corrientes abiertamente liquidacionistas que pretendieron la disolución del PCE. IU ya no era solamente una coalición electoral, sino un “movimiento político y social” que terminó en el registro de partidos políticos y adoptando las estructuras organizativas características de un partido político. La liquidación empezó a materializarse en los hechos, ya que el PCE fue relegado cada vez más a las funciones de una fundación y una corriente de opinión dentro de IU. A pesar de ello, se siguieron manteniendo fuertes posiciones de reconstrucción del PCE.
En este contexto y hasta el presente año, el número de militantes y afiliados ha descendido a niveles muy bajos, considerando también que una buena parte ellos no realiza actividad alguna.
A todo ello, debemos sumar la represión directa o indirecta que han ejercido las diferentes direcciones del PCE y la UJCE contra los comunistas cuyo objetivo ha sido o es reconstruirlos bajo la bandera revolucionaria. Así, como últimos acontecimientos de relevancia en esta línea tenemos: Las expulsiones en el seno del la UJCE de federaciones enteras y elementos comunistas en el año 98, que supuso un enorme descenso en el número de militantes de la UJCE; las expulsiones de los miembros comunistas de la dirección de GK en el año 2007; la suspensión de militancia a gran parte de la militancia y dirección del PC de Asturias
Esta práctica represiva ha llevado y llevará a los elementos más revolucionarios, conscientes y activos hacia fuera del PCE.
Este proceso de descomposición, por derivas ideológicas y políticas o por desgajes y expulsiones, ha dejado un sector leninista insignificante con respecto al global de la estructura censada. Nos encontramos con un sector progresista minoritario con una militancia honesta y luchadora, pero que en su mayoría dispone de un escaso recorrido formativo en el socialismo científico; un sector que, cada vez más, se encuentra en un proceso de asunción de los principios de la socialdemocracia (electoralismo, formas de lucha legal como únicas, reformismo como estrategia, etc…), salvo honrosas excepciones, a pesar de sostener la simple reconstrucción del PCE frente a IU. Un sector que se ve cada vez más viciado por las intrigas internas del PCE y el para sostener la posición de poder en ciertos lugares, cayendo en el localismo. Nos encontramos con un sector intermedio, con grandes derivas ideológicas hacia la socialdemocracia y la asunción de teorías eclécticas posmodernistas, que apuesta por la reconstrucción del PCE para reforzar el proyecto electoral estratégico que es IU. Este sector puede caer de un lado o de otro, con mayor posibilidad sobre el recalcitrante, propiciada por la dirección federal más revisionista y enmarcada en su gran parte en el sector recalcitrante. Y, finalmente, nos encontramos con el sector recalcitrante del PCE (mayoritario en su seno), en cuyo interior se encuentran los denominados Chicos del Plan y gran parte de la UJCE, unidos con todos aquellos alineados con la dirección y los intereses particulares en IU. Son el sector donde más ha calado el reformismo pequeñoburgués. Donde se dan las teorías eclécticas posmodernista y otras ajenas a las del proletariado, a pesar de tratar de presentarlas con una coraza leninista. Es el sector de la dirección del PCE y de los liquidadores del PCE.
Otro de los elementos fundamentales que hemos analizado sobre la degeneración del PCE es el relativo a la línea ideológica y política que ha ido adoptando, como se ha podido observar en el anterior apartado y ya conocíamos en la interactuación con la mencionada estructura, se que dirige, así lo muestran la posición actual, hacia la culminación de la socialdemocratización del PCE, perdiendo cualquier atisbo de comunismo, situándose oficialmente en las posición socialdemócrata, lugar en el que ya se encontraba de facto.
Comenzando por la línea estratégica para la revolución en España que se marca el PCE, ésta es la lucha por la III República. Se habla de una República Federal “de orientación socialista”, dejando indefinido su carácter (democrático o socialista), incluso en su última conferencia republicana la califica, extraído de la caracterización que realiza en su contenido, de una República Federal y Solidaria con Democracia Radical. De esta forma deja claro que se concibe la lucha por la III República como una etapa previa a la de la lucha por el socialismo. Así lo expresa en el 6º apartado de las Tesis políticas
“La República se configura como objetivo estratégico para la presente etapa, como un proyecto al que hay que llenar de contenido. Ese contenido debe incluir derechos sociales garantizados y de nuevos instrumentos de participación y mecanismos de rendición de cuentas y control popular. (…) con una orientación socialista. La democracia participativa se inserta así en nuestra apuesta por la República como un nuevo marco donde desplegar la lucha de clases desde una correlación de fuerzas más favorable a la clase trabajadora y los sectores populares.”
Y así lo desarrolla en su documento aprobado en la Conferencia Republicana:
“Nuestra propuesta de República con democracia participativa se configura como alternativa al marco político-constitucional (monarquía parlamentaria) y al modelo económico (neoliberalismo). La democracia participativa se inserta así en nuestra apuesta por la República.”
¿Es España un país semicolonial y/o semifeudal que necesita una revolución nacional-democrática o es un país imperialista en el que solo cabe ya llevar adelante la revolución socialista, sin etapas intermedias? ¿La alternativa debe ser al modelo económico neoliberal o al modo de producción capitalista? La respuesta para un comunista que viva en la actualidad en nuestro país debe ser clara: España es un país de capitalismo desarrollado en su fase imperialista, cualquier tipo de organización debe aspirar a organizar a la clase obrera para derrocar a la oligarquía imperialista, dirigirla en la toma del poder y comenzar la construcción del modo de producción comunista. El comunista tiene como objetivo superar el modo de producción capitalista para poner en sintonía el desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones sociales de producción, edificando el modo de producción comunista y no oponerse una forma de gestión del capitalismo (Neoliberalismo). Sin duda, hay una clara oposición, intencionada o no, a tomar, con decisión, el necesario camino directo que requiere el Estado imperialista de 2º orden, es decir, la Etapa de la revolución socialista. Por tanto, el PCE retrasa ésta, aunque no clarifican si la “orientación socialista” significa que el objetivo de la siguiente etapa es el socialismo, manteniendo a la burguesía a la cabeza de la dirección del Estado y manteniendo intactas las relaciones de producción del capitalismo, lo que lleva a la inevitabilidad imperativa del capitalismo de ahondar una contradicción principal, trabajo-capital, ya agudizada hasta el punto de no soportarse, menos aún con reformas que suponen un parcheo, y en la tendencia al monopolio y la violencia en forma de guerra, represión y explotación del hombre por el hombre.
Sirva este ejemplo para ilustrarlo en mayor medida. En el artículo 1º de sus estatutos se dice lo siguiente:
“El Partido Comunista de España es la unión voluntaria de hombres y mujeres que, constituidos en partido político, se proponen participar democráticamente en la transformación revolucionaria de la sociedad y de sus estructuras políticas, en la superación del sistema capitalista y la construcción del socialismo en el Estado Español,…”
¿Qué significa “participar democráticamente en la transformación revolucionaria de la sociedad y de sus estructuras políticas” bajo las condiciones de la democracia burguesa? Significa reformar el Estado burgués mediante la participación en sus instituciones. Ya en el primer artículo de sus estatutos el PCE deja claro cuál va a ser la única forma de lucha que va a emplear para la revolución: la participación en las instituciones burguesas. La táctica (que varía según el desarrollo de la lucha de clases), ha sido elevada al nivel de principio general.
Volviendo al 6º apartado de las Tesis Políticas vemos que:
“Sobre la base de éstos presupuestos el PCE ha planteado la reforma Constitucional. Una reforma que alcance las instituciones parlamentarias, haga avanzar la democracia directa y asegure la primacía del poder civil y la soberanía popular sobre todas las instituciones.”
Nada se dice acerca de la conformación de órganos de poder popular paralelos al actual Estado del capital monopolista. Nada se dice acerca del aparato del Estado (ejército, policía y judicatura), más allá de una vaga mención a la “primacía del poder civil y la soberanía popular sobre todas las instituciones” formulada en términos democrático-pequeñoburgueses. Además, aunque la reforma constitucional podría ser útil como táctica o consigna de cara a la elevación del nivel de conciencia de la clase obrera, así como para desenmascarar la actual democracia burguesa, la línea no está formulada en estos términos.
En la práctica pasa por la supeditación del PCE a la política parlamentaria de IU, a pesar de tener mayoría en la misma, Esto queda refledado en la política desarrollada por la gran mayoría de las federaciones del PCE, en cuyos informes políticos se habla fundamentalmente de IU y se evitan las políticas que lleven a la confrontación con la misma. Más grave aún se puede observar en el abandono y sanción a una federación entera del PCE en su conflicto con IU, como ha sucedido en Asturias, por parte de la Dirección Federal del PCE. Todo ello supone la puesta en coherencia con la línea política reformista aprobada de la “llegada a las instituciones y sobre todo desde las instituciones para poder cambiar la realidad que no nos gusta (…) y estar permanentemente en ellas”, tal y como lo expresó el militante del PCE y Coordinador General de IU, Cayo Lara. Cabría ampliar sus palabras a “limitadas instituciones burguesas y su Derecho que sostienen el modo de producción caitalista”.
En el ámbito sindical, en lugar de analizar el avance de la aristocracia obrera hasta hacerse con la dirección del movimiento sindical, los documentos plantean un análisis idealista reduciendo la degeneración y el aburguesamiento del movimiento sindical a una pérdida de la “perspectiva de la transformación socialista de la sociedad”. Nada se dice acerca de las bases económicas y sociales de dicha degeneración:
“A pesar de la derrota y la crisis de 1997, el Partido ha seguido perseverando en la defensa de su modelo sindical en el seno de CCOO, como sindicato donde más influencia y mas presencia de cuadros tiene, y no sólo en el ámbito de la corriente crítica con quien el partido ve mejor reflejada su política sindical, sino también en el seno de las demás corrientes."
La línea general sigue siendo la de apostar por CCOO, a pesar de que esa “nueva dirección”, gran parte de sus bases y la estructura en sí, se haya cubierto de oprobio con sus sistemáticas claudicaciones ante el capital, generando cada vez mayor desconfianza y rechazo en el seno de la clase trabajadora. Nada se dice acerca de la unificación orgánica del movimiento obrero, todo se reduce a “recuperar CCOO” sin justificación, sin objetivo, sin plan a largo plazo alguno...
Con todos estos elementos y con su constatación en la práctica del día a día que hemos vivido, queda claro que la estrategia y la táctica del PCE son reformistas y no plantean serios apuros para el orden burgués en España, dado que realmente no se plantea la Revolución, sino sale por la tangente para evitar afrontarla.
Estrategia y táctica para la reconstitución del Partido y del Movimiento Comunista
En los documentos no se encuentra ninguna referencia a la unidad comunista. En su lugar, la prioridad la ocupa la “unidad de la Izquierda” o lo que denominan “Política de Convergencia”, que tomaría su forma orgánica en IU. Además, esto es vendido como una superación del revisionismo carrillista, con el fin de dotarle de cierta aureola revolucionaria:
“El XVIII Congreso del PCE reafirma la justeza de la política de Convergencia, nuestra coincidencia en que hay que seguir ahondando en ese camino iniciado en 1983 y que, entre otras cosas, supuso la ruptura con el “carrillismo”. Es cierto, el partido no es suficiente para acometer las grandes transformaciones que queremos para la sociedad y por ello hay que seguir desarrollando la política de alianzas. Pero, a partir de ahí, hay que reconducir y revisar gran parte de lo hecho hasta ahora.”
Se apela a la actual incapacidad del PCE de acometer él solo las tareas revolucionarias. Pero el análisis de clase está ausente. Ni se trazan planes para que el Partido vaya atrayendo bajo su liderazgo a las distintas capas de la clase obrera ni tampoco acerca de las posibles alianzas con capas populares no proletarias. Todo el análisis se centra en el eje izquierda-derecha, cuando el marxismo exige centrarlo en la contradicción proletariado-burguesía. En lugar de analizar la naturaleza de clase de las distintas organizaciones con las que se pretende llevar a cabo esa “Política de Convergencia”, se habla de crear un “Bloque Social Anticapitalista, Crítico y Alternativo” sin que se diga nada sobre su composición de clase. Las menciones a la contradicción capital-trabajo quedan como simples adornos para encubrir la ausencia de análisis de clase.
Como vemos, el PCE no tiene ni estrategia ni mucho menos táctica para la reconstitución del Partido y del Movimiento Comunista en España. Más bien lo que parece es una estrategia para la construcción de la socialdemocracia “alternativa” al PSOE.
Si unimos la línea degenerativa mayor de la línea política del PCE, la descomposición del mismo y la correlación de fuerzas claramente desfavorable, hace que resulte prácticamente imposible la reconstrucción del Partido de la Revolución bajo sus siglas, como dirección del golpe principal que dirija al proceso hacia el objetivo fundamental y estratégico. El PCE ya no agrupa a la mayoría de los destacamentos comunistas, bien por su degeneración ideológica, bien por su desgaje o expulsión de su seno. Por tanto el centro de gravedad está variando en un proceso continuado hacia fuera del PCE.
Una vez analizada la realidad del PCE, estructura partidaria en la que hemos desempeñado nuestro trabajo con el objetivo de lograr la reconstitución del Partido de la Revolución, no sólo hemos resuelto la imposibilidad de reconstituir el Partido de Vanguardia en dicha estructura, sino también hemos sido capaces, mediante el análisis tanto de la teoría marxista-leninista en lo concerniente al Partido como de nuestra experiencia práctica particular desde la creación de la UJC-Madrid, de extraer unas tesis generales que nos sirvan de línea política fundamental para guiar los pasos de la tan necesaria recuperación del Partido de Vanguardia del proletariado en el Estado español.
En primer lugar subrayamos el hecho de que el actual movimiento comunista en España no está compuesto de diversos partidos comunistas, sino de diversas estructuras partidarias que aspiran, en mayor o menor medida, a constituirse como el referente comunista en el Estado español. Ninguna de estas estructuras cumple en la actualidad el papel de Partido de la Revolución (Y posteriormente analizaremos las características que debe cumplir un Partido para poder cumplir esa función). En la órbita de estas estructuras (y en ocasiones fragmentadas fuera de las mismas) gravitan diferentes destacamentos leninistas dispersos como consecuencia del proceso de desfragmentación del Movimiento comunista en España (Estos destacamentos tienen un mayor o menos grado de adquisición de la teoría del socialismo científico dependiendo del desarrollo de los mismos así como una mayor o menor vinculación con las masas). El primero de los pasos para reconstituir el Partido de la Revolución pasa por reagrupar a todos esos destacamentos dispersos para conformar el germen de esa estructura que sí cumplirá la función de vanguardia. Las estructuras partidarias existentes pueden ser más válidas o menos válidas para este cometido dependiendo, principalmente, del grado de desarrollo de la lucha de líneas que haya en su seno y de la capacidad potencial de aglutinar a los destacamentos leninistas en el mismo. Aquellas estructuras en las que la lucha de líneas se refleje con una contradicción principal en la que los leninistas tomen partido en las fundamentales luchas y debates que muevan la dirección del Partido estarán más cerca de poder servir para reconstituir ese Partido de la Revolución, así mismo, aquellas estructuras que tengan la potencialidad mediante la práctica de aglutinar a los destacamentos leninistas dispersos podrá servir también con mayor efectividad para este cometido. Las estructuras en las que la participación en la lucha de líneas por parte de los leninistas es secundaria cuando no residual, cediendo el protagonismo del movimiento de la misma estructura a los choques entre intereses de diferentes facciones o sectores de la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero son menos propicias para la gestación de este Partido de la Revolución, destruyendo fuerzas leninistas en el proceso mediante su anulación política, el hostigamiento sobre la moral de las mismas o la asimilación de estas de los postulados de la ideología burguesa ante la incapacidad de obtener la formación necesaria.
En segundo lugar señalamos la existencia de una particularidad en el movimiento comunista español que debe ser explicada; el conocido popularmente como “Sectarismo de siglas”. El mismo sectarismo de siglas no es consecuencia de una idealización de las estructuras partidarias existentes, sino de la autoafirmación de los destacamentos ante el PCE reformista así como una incapacidad de poder distinguir la anterior diferencia descrita entre destacamento leninista y estructura partidaria (y esto ocurre también con destacamentos y leninistas válidos en el seno del PCE). La autoafirmación como partido de la revolución independientemente de que se den las condiciones para poder señalar que el mismo ya existe es el caldo de cultivo para este sectarismo que aisla a los destacamentos unos de otros, los hace presos de sus estructuras partidarias, les impide analizar la realidad material y tomar la decisión correcta en favor de la clase obrera y, finalmente, les subsume en una pauperización ideológica y en una deriva acientífica donde los golpes en el pecho o los ejercicios más burdos de folclore sustituyen al análisis científico y consciente. El comunista debe combatir esta particularidad española procurando superarla y corrigiendo a los camaradas de los diferentes destacamentos independientemente de la estructura en la que se encuentren trabajando. Sólo superando esta desviación idealista y arrogante acercaremos a los destacamentos a la certeza científica de que el Partido de Vanguardia aun está por reconstituir. Sólo así podremos fomentar la necesaria unidad ideológica bajo la cohesión de los principios estratégicos fundamentales y que nos permita, posteriormente, debatir sobre la táctica o cuestiones de calado ideológico importante pero siempre subordinado a la convicción de que el derrocamiento del capitalismo y la instauración del Socialismo son nuestros objetivos fundamentales para esta etapa de la revolución.
En tercer lugar señalamos la brecha generacional existente en el movimiento comunista español, con un claro descenso de militantes en edades intermedias consecuencia de diferentes factores (La destrucción de estructuras denominadas comunistas con influencia en la sociedad debido al “proceso cometa del PCE”, la caída del bloque socialista del Este a finales de los 80 y principios de los 90, la enorme campaña anticomunista dirigida por el imperialismo sobre países como España, etc...). La realidad ante la que nos encontramos es la de un movimiento comunista organizado concentrado en dos polos de edad (Sin que esto quiera decir que en edades intermedias no existan también comunistas organizados). El primer polo de edad es gente de avanzada edad que generalmente supera los 60 años, estos camaradas por su realidad se ven incapacitados para poder desarrollar el trabajo como se haría en otras edades (Sin que por ello dejen ser útiles para un Partido Comunista), además, el hecho material de su avanzada edad les convierte en un polo en desaparición de aquí a los próximos años. El segundo polo de edad proviene de una recuperación a partir de los años 90 de la debacle del movimiento comunista y abarca el espectro juvenil hasta, aproximadamente, los 35-40 años, este polo concentra la mayoría de destacamentos leninistas activos en la actualidad. El hecho material de la brecha generacional no lo convierte en ruptura ni en una lucha entre generaciones, sin embargo nos da unos esbozos sobre la realidad con la que nos encontramos y sobre la importancia fundamental que toman los destacamentos juveniles comunistas en este proceso de reconstitución del Partido de la Revolución. Esto dota a los destacamentos juveniles de un carácter doble frente al que clásicamente se le atribuye, el destacamento comunista juvenil tiene que trabajar por la reconstitución del Partido de la Revolución a la par que sirve de escuela de cuadros para ese partido. Este doble carácter responde a la inexistencia de tal partido que pueda absorber esos cuadros, la lucha de la juventud comunista en estos tiempos es la de aprender mientras reconstituye, la de estudiar mientras edifica...
Debe estar pertrechado de una teoría revolucionaria y científica; esta es el socialismo científico para realmente transformar la sociedad. Por tanto, el Partido de la revolución debe estar formado por militantes instruidos en la teoría y en la práctica en esta dirección y constituirse como auténticos revolucionarios profesionales, no en simples militantes que rellenan su tiempo libre con numerosas actividades aisladas sin claridad política de dirección hacia la revolución enmarcadas en la estrategia y la táctica establecida desde el análisis material de la realidad.
Para que realmente sea el destacamento de vanguardia de la clase trabajadora, como nos lo definió el camarada J. Stalin, es necesario que sea el destacamento único de la misma; por tanto, debe aglutinar a la inmensa mayoría de los leninistas. No puede existir el susodicho Partido si hay, objetivamente, destacamentos fuera del mismo.
Debe ser la vanguardia del proletariado, para lo cual es necesario que se vincule a la clase y ejerza de la dirección política revolucionaria de la misma y ser su Estado Mayor que dirija de forma audaz los golpes fundamentales de la clase para la toma del poder de la clase trabajadora, con una táctica correcta en todo momento y, por tanto, flexible.es necesario mencionar la característica del uso correcto de la crítica y autocrítica para rectificar los errores de la abstracción teórica y su posterior constatación en la realidad material. Es necesario mencionarlo debido en el movimiento comunista español se desarrollan numerosas estructuras partidarias que en su fiera competencia omite este elemento fundamental caracterizador del mismo y ejerce una lucha de líneas metafísica y alejada del debate ideológico.
Las y los comunistas deben concentrar toda su capacidad, todo su trabajo, todo su esfuerzo, todas sus aspiraciones para lograr que en el lugar adecuado (El que facilite la reconstitución del Partido teniendo en cuenta todas las tesis aquí expuestas) germine una organización en la que se den todas estas características (y esto no se consigue sólo desde “la cumbre”, uniendo destacamentos y con el trabajo interno, sino también con la profundización de las luchas en los frentes de masas y la consecución efectiva del trabajo práctico). Todo el esfuerzo de las y los comunistas debe centrarse, en este momento histórico, en reconstituir el arma más poderosa que el proletariado puede emplear para derrocar a la burguesía y avanzar hacia la sociedad libre de clases y explotación...
Nuestro análisis no podía quedarse únicamente encasillado en la más que evidente degeneración del PCE a medida que el “proceso cometa” se iba agudizando. El centro de gravedad de los leninistas, otrora situado en la órbita del PCE comenzaba a desplazarse y había que hacer una radiografía del movimiento comunista en España para saber hacia dónde. Desde la UJC-Madrid realizamos un exhaustivo análisis de prácticamente todas las estructuras partidarias existentes en el Estado español que contenían destacamentos leninistas, desmenuzamos sus líneas políticas y rastreamos su actividad efectiva con el objetivo de poder palpar dónde se materializaba este cambio en el movimiento comunista. Nuestras conclusiones remarcaban que el eje de gravedad de los leninistas se desplazaba progresivamente hacia la estructura PCPE-CJC a medida que se daban dos procesos entrelazados: En primer lugar la estructura se convertía, objetivamente, en el lugar en torno al que los destacamentos leninistas dispersos comenzaban a orbitar, materializando este hecho incluso en procesos de unidad, algunos ya abiertos y otros que fueron concluidos; en segundo lugar el desarrollo de la lucha de líneas en el seno de la estructura muestra una corrección de línea política que, en el marco teórico, le permite avanzar hacia la posibilidad de constituirse como ese germen del Partido de la Revolución.
La estructura PCPE-CJC se presentaba, según nuestro análisis, como aquella en la que convergía y se hacía más posible la unidad de los destacamentos leninistas dispersos. Tal afirmación no venía de una fe ciega o de una idea preconcebida, sino del rastreo de diferentes hechos que mostraban y siguen mostrando esa tendencia.
En lo que respecta a la UJC-Madrid el proceso de unidad se daba en el marco de las lucha diaria. La convergencia con esta estructura, en particular con los Colectivos de Jóvenes Comunistas en los diferentes frentes de masas posibilitaba, mediante el trabajo práctico y efectivo, un proceso de unidad que comienza fraguándose desde un trabajo conjunto desde la base. La coincidencia en el trabajo diario es el pilar fundamental sobre el que se empieza a construir una relación que van desde la colaboración hasta la acción unitaria, posteriormente este encuentro diario se empezará a manifestar en coincidencia de línea política, hecho fundamental no sólo para la unidad de acción sino, sobre todo, para la unidad ideológica. De la unidad práctica creada al calor de la lucha germina una unidad de tipo superior que se manifiesta en la coordinación efectiva con directrices de actuación conjunta en aquellos frentes donde trabajábamos codo con codo que alcanza su máxima manifestación en la actuación conjunta en el seno del Movimiento 15-M.
Además de este hecho se hace un intenso trabajo por lograr la unidad en el plano teórico-ideológico, para ello más allá de lo aprendido en el propio trabajo en los frentes el mismo interés en llevar acabo este hecho se manifestará en la invitación mutua a las jornadas y escuelas de formación llevadas acabo por ambas organizaciones.
En segundo lugar es necesario remarcar que la estructura de PCPE-CJC se ha convertido en aquella en la que los destacamentos leninistas que abandonan la órbita del PCE o que se encontraban dispersos empiezan a reagruparse. Tal es el caso de la Juventud Comunista de Asturias que inició su proceso de unidad con los CJC el año pasado, de Unión Proletaria que tiene abierto un proceso de unidad con el PCPE que se consumará a principios de 2012 si no surgen inconvenientes, así como de diversos leninista más o menos organizados que a lo largo de los últimos años han abandonado sus respectivas estructuras para marchar hacia esta. A todo esto hay que señalar la capacidad de la estructura PCPE-CJC para crecer con nueva militancia que, si se le da la elevación cualitativa necesaria, puede convertirse en una remesa de potenciales cuadros al servicio de la Revolución Socialista.
Ante estos hechos parecía claro que en lo referente al proceso de reagrupamiento de los destacamentos para la tan necesaria reconstitución del Partido de la Revolución la estructura PCPE-CJC se está convirtiendo, poco a poco, en el lugar donde las y los leninistas de distintas partes del Estado y diseminados en diferentes estructuras podremos reencontrarnos.
Sin embargo el anterior proceso de reagrupamiento no se da únicamente por una cuestión de suerte o aleatoriedad. Es claro que la corrección de la línea política del PCPE tras su IX Congreso, consecuencia del desarrollo del leninismo mediante la lucha de líneas, posibilita que esta estructura pueda convertirse en una referencia para los destacamentos leninistas en sus aspiraciones por reconstituir el Partido de la Revolución.
En primer lugar la corrección más notable que hemos notado en el último congreso del PCPE es en lo referente a la Estrategia para llevar acabo la revolución socialista en España. El PCPE reconocerá que España es un país capitalista en su fase imperialista, maduro para la revolución socialista sin la necesidad de desarrollar etapas intermedias:
“En esta perspectiva, el Comité Central plantea un tema fundamental de debate al conjunto del activo partidario: la necesidad de superar la postura asumida por el comunismo español, y por otras secciones del movimiento comunista internacional, según la cual existe una fase democrática intermedia, de carácter antimonopolista y antilatifundista, entre el capitalismo monopolista y el socialismo, restableciendo la tesis leninista que afirma, por el contrario, que entre el capitalismo y el socialismo ni existe un sistema social ni un poder político intermedio entre el poder estatal de la burguesía y el de la clase obrera.”
Así la definición es clara y la apuesta directa: España es un país imperialista con una oligarquía financiera bien asentada y por lo tanto la estrategia del proletariado en esta etapa debe enfocarse a consumar la revolución socialista. No cabe un Estado antimonopolista o a una fase intermedia que busque el desarrollo masivo de las fuerzas productivas en alianza general con la pequeña burguesía o las burguesías nacionales (pues estas no entran en contradicción antagónica con la oligarquía financiera gestada como consecuencia del desarrollo de la Etapa imperialista del capitalismo en España).
Como consecuencia de este análisis las dudas sobre la lucha por la República se disipan automáticamente:
“Para el PCPE no es factible en la España de hoy hablar de una ruptura o una profundización democrática capaz de colocarse como poder intermedio entre el capitalismo monopolista y el socialismo. (…) Por tanto, para el PCPE hablar de república es hablar de revolución socialista, es hablar de la clase obrera en el poder …”
La única República que puede servir a la clase obrera es la República Socialista, la que permita que la clase obrera disponga del poder político; la dictadura del proletariado que permita a la clase obrera socializar la economía y avanzar en la construcción del modo de producción comunista.
Siendo la actual etapa de la revolución de carácter socialista, con el objetivo de derrocar la dictadura de la burguesía y establecer la dictadura del proletariado, la dirección estratégica, es decir, el manejo de las reservas de la revolución, se plantea del siguiente modo:
En resumen, un Frente Obrero y Popular por el Socialismo que aglutine a todas las capas trabajadoras no proletarias bajo la dirección del proletariado. También parece que, al afirmar que este frente no es “ni una organización política ni una opción electoral”, se plantea una política de alianzas más coherente con el marxismo y más allá de la cuestión electoral, a diferencia de las famosas “uniones de la izquierda” o sucedáneos.
La táctica sindical planteada por el PCPE, en principio, supone una superación de los errores de derecha, basados en la preferencia hacia los sindicatos mayoritarios, y de los errores de izquierda, basados en el rechazo de todo trabajo en dichos sindicatos mayoritarios. El planteamiento que proponen es el de ir construyendo la unidad sindical de la clase obrera mediante “comités para la unidad obrera”, además de una apuesta internacional por la Federación Sindical Mundial:
“Los Comités para la Unidad Obrera, superando los márgenes impuestos por el reformismo y la burocracia sindical, en unos casos, y en otros por el izquierdismo infantil y destructivo que opera en contra de la imprescindible unidad obrera, jugarán un papel esencial y determinante. También el fortalecimiento de la FSM como estrategia internacional de unidad del movimiento obrero.”
Estas se configuran como las principales líneas de avance teórico-ideológico que entendemos, permiten que el eje de gravedad de los leninistas se desplace hacia la estructura PCPE-CJC.
Entendiendo que la estructura PCPE-CJC no juega el papel del Partido de la Revolución (debido a que aun no cumple las características que antes señalamos que debe tener una estructura para poder definirse así) y remarcando el importante camino tanto en lo teórico como en lo práctico que aun le queda por recorrer, así como remarcando la importancia de la actividad consciente de los destacamentos en dar pasos hacia la reconstitución de este Partido de la Revolución (Pues este no va a “aparecer de la nada” de manera espontánea), la Unión de Jóvenes Comunistas de Madrid certifica, tras su último congreso, la ruptura con la estructura del PCE y la apertura de un proceso de unidad con la estructura PCPE-CJC con el objetivo de que, del esfuerzo de las y los comunistas por consumar la unidad podamos dotar a la clase obrera del tan necesitado Partido que aglutine a los elementos más conscientes de la clase, los organice, les de herramientas de formación y dirija al conjunto de los trabajadores hacia la toma del poder y el derrumbamiento del viejo y putrefacto edificio construido sobre las bases de la explotación capitalista.
“La clase obrera necesita un marco de alianzas para elevar el nivel de confrontación y trazar objetivos de avance y contraataque obrero y popular, superando la actual fase de resistencia. Esas alianzas deben establecerse teniendo presente la posición actual y los intereses objetivos de las distintas clases sociales.
(…) La alianza clasista se reduce al campesinado, a los pequeños productores del campo expoliados y arruinados por los monopolios y a los sectores profesionales y pequeña burguesía en proceso de proletarización, (…)
La clase obrera debe jugar el papel dirigente en esa alianza clasista, que nuestro partido propone articular en un Frente Popular de contenido Antiimperialista, Antimonopolista y Republicano. El frente no es una organización política, ni mucho menos una opción electoral.”
“España es dirigida hoy por un bloque dominante de carácter oligárquico - burgués, en el que juega el rol dirigente el capital financiero y a cuyos intereses se pliega la burguesía media y las burguesías nacionalistas. (…) los sectores burgueses no manifiestan ningún tipo de contradicción antagónica con los monopolios, ni desde una óptica clasista ni desde un punto de vista nacional.”
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