"El derecho a huelga, al estar incluido en el título primero, ‘De los
derechos y deberes fundamentales', me pareció, como su propio nombre
indica, fundamental e inviolable, por eso no pensé que secundar la huelga el día 14 de Noviembre me costaría un despido".
Así comienza la carta en la que Estela Mendo explica su caso
. Uno entre los muchos que no salen a la luz, bien por miedo a no
encontrar un empleo después o bien por desconocimiento de los pasos que
se deben seguir para hacer valer los derechos del los trabajadores.
Natural de León, Estela vive desde septiembre en Pinto con su novio. Con 30 años, es otra licenciada que no consigue encontrar un trabajo
acorde a su especialización, algo que desde que comenzara la crisis,
hace cuatro años, se ha hecho típico de nuestro país, con una de las tasas de paro juvenil más altas de la UE
(52,34%), con casi seis millones de desempleados y donde hay pocas
esperanzas de futuro laboral. Estela es psicóloga y, hasta hace unas
semanas, compaginaba sus clases del Máster en Terapia de Conducta con un
trabajo a media jornada como limpiadora.
"Soy licenciada,
trabajaba de limpiadora, mi máster es muy caro y no tengo posibilidades
de encontrar trabajo". El suyo es un caso paradigmático de lo que le
sucede a muchos jóvenes españoles, la viva imagen de la precariedad
que se está cebando con la generación más cualificada de la historia.
"Después de la reforma laboral, que abarata el despido, y por la
situación que está viviendo el país, pensé que hacer huelga era una
obligación más que un derecho", afirma.
Pero la sorpresa le esperaba al día siguiente en forma de carta de despido.
Estela avisó, aunque no era necesario, de que el día 14 de noviembre
no iría a trabajar. Cuando terminó su jornada laboral, al día siguiente,
su jefe la esperaba a la salida del portal que limpiaba
en Alcorcón, con la carta de despido en la mano. "Alegaba continuas
faltas injustificadas al trabajo y un descenso de mi rendimiento
laboral", a lo que hay que añadir un "no nos gusta tu actitud,
necesitamos un persona más trabajadora y comprometida", que Estela no ha
olvidado.
"Los vecinos del portal estaban muy contentos con mi
trabajo y, de hecho, me echaron de menos el día de la huelga", afirma
que le dijeron. Después de una discusión, su jefe reconoció que se
trataba de un despido improcedente pero Estela no sabía muy bien cómo tenía que proceder para cursar una denuncia.
La indignación le llevó a denunciar
Llena de indignación, decidió contar su historia en Facebook y un amigo le habló de la Oficina Precaria, una iniciativa que se creó hace unos meses
con el objetivo de ser "una herramienta útil y gratuita" que vela por
los derechos de los trabajadores más desprotegidos. Pretende ser la asesoría de los sectores no representados por los sindicatos de base.
Jóvenes sin experiencia sindical pero que viven la precarización como
ninguna generación desde la II Guerra Mundial. No se lo pensó y les
expuso su caso. "Allí encuentro personas que piensan como yo, que los
empresarios no pueden hacer lo que quieran con sus trabajadores"
reconoce. "Me escucharon, me apoyaron y me pusieron un abogado gratis",
añade Estela.
"Me escucharon, me apoyaron y me pusieron un abogado gratis""Si
no es por la Oficina Precaria no hubiera denunciado, porque pensaba que
esto era así, que no había nada más que hacer" reconoce la joven. El
desconocimiento de los derechos por parte de los trabajadores es muy
habitual, "por eso es importante la asesoría jurídica que prestamos en
la Oficina Precaria", dice Carlos Sevilla, el abogado que se hará cargo
del caso de Estela.
Claro caso de chantaje empresarial
Es
un claro caso de chantaje patronal, después de que el Gobierno aprobase
la reforma laboral, "que les pone en bandeja crecerse ante la parte más
débil, que es el trabajador", denuncia Sevilla, quien explica que hoy
han presentado la papeleta de conciliación al Servicio de Mediación,
Arbitraje y Conciliación para impugnar el despido de Estela.
Algo
que han decidido porque "la empresa reconoce la improcedencia del
despido". A pesar de alegar motivos disciplinarios, "entendemos que el móvil del empresario es la represalia" a una empleada que llevaba trabajando un mes escaso. "Pedimos la nulidad por vulneración de derechos fundamentales, como el de huelga que goza de especial protección dentro de las garantías que ofrece la Constitución", explica Sevilla.
Exigen su readmisión, el pago de los salarios de tramitación y una indemnización de 35.000 euros
Este
es el primer paso. Intentar conciliar. La cita será el 8 de enero,
cuando se verá la disposición de la empresa para llegar a un acuerdo.
Según el abogado, exigirán la readmisión de Estela en la empresa, el pago de los salarios de tramitación y una indemnización por los daños morales causados "que estimamos en 35.000 euros", apunta.
"Vamos
a agotar los tiempos y, en cualquier caso, estamos dispuestos a ir
hasta el final porque es un caso paradigmático de coacción empresarial.
Si no hay acuerdo, esperaremos a que falle el juez, pero en cualquier
caso, la pelota ya está en el tejado de la empresa", continúa el letrado.
Desafortunadamente
para los trabajadores españoles, casos como este son bastante
habituales. "No es tan normal que un empresario te despida el día
después de un huelga", reconoce Sevilla, pero sí es habitual deshacerse
de trabajadores problemáticos "alegando descenso en la facturación de la
compañía", explica, algo que se está viendo cada vez más desde la
entrada en vigor de la reforma laboral.
La empresa da otra versión
Ainpro
Gestiones Integrales de Limpiezas y Comunidades SL. es la mediana
empresa para que la Estela trabajaba. Su propietario, Rubén Gómez,
también ha accedido a dar Público su versión de los hechos. Según este, "Estela no fue despedida por ir a la huelga", sino que su contrato especificaba que "estaba cubriendo una sustitución por baja de otra compañera".
En palabras del empresario, Estela "se empeña en que ha sido despedida
por ir a la huelga, pero simplemente se reincorporó la empleada a la que
ella sustituía".
"Otras empresas pensarán que soy una trabajadora problemática"Sin embargo, tanto Estela como su abogado niegan que esto sea cierto. "Mi contrato era de interinidad, por nueve meses
y la que fue sustituida fui yo", explica Estela, cuyo puesto durante la
jornada de huelga fue cubierto por otra trabajadora a la que no conocía
nadie. "De hecho, sustituir a una trabajadora que ejerce su derecho de
huelga vacía de contenido al mismo derecho", especifica Carlos Sevilla,
quien también explica que la versión del empresario no tiene sentido ya
que "la carta de despido está más que clara".
"Ahora entiendo por qué personas otras personas acudieron a sus puestos trabajo: por miedo"
"Después de lo que me ha pasado, no me extrañaría que no quisieran
contratarme en otras empresas. Seguro que pensarán que soy una
trabajadora problemática" piensa la joven. Pero no tiene ningún miedo a
que su caso se conozca. "No tengo nada que ocultar, esta es la verdad y no quiero ser alguien anónimo".
"Ahora
entiendo por qué personas con situaciones peores que la mía no
protestaron y acudieron a sus puestos trabajo: por miedo", critica
mientras recuerda que fue la única persona de su empresa que secundó la huelga,
aunque su jefe haya reconocido a este diario que otros tres empleados
también se quedaron el casa el 14-N y no han sido despedidos.
Estela
ahora espera que la empresa acepte la conciliación o que un juez falle a
su favor. "Significaría mucho para mí, no sólo en lo personal, si no
para sentar precedentes y que gente en la misma situación no tenga
miedo" a denunciar que se han vulnerado sus derechos, dice, con la
ilusión que puede hacerle a alguien ganar un caso por despido
improcedente.
Aún así, lo peor para ella no es el despido, sino
que la gente piense que esto se lo ha buscado ella. "Mis padres me
dijeron que la culpa era mía por hacer huelga", lo que le lleva a
preguntarse si "ni siquiera podemos ejercer uno de los principales instrumentos de una democracia como es la huelga", sentencia.
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