La obra de teatro de Rajoy se desarrolla entre la indencencia propia y la vergüenza ajena
Rajoy se niega a dimitir, asegura que todo lo publicado en los "papeles de Bárcenas" es falso, anuncia que se publicarán las declaraciones de la renta de los señalados y, en tono de homilía, se presenta como un servidor del pueblo que pierde dinero con la política.La esperada comparecencia de Mariano Rajoy se ha desarollado tal y como estaba prevista. Ante la ausencia de periodistas que pudieran "interrogar" al Presidente del gobierno por sus declaraciones, el acto ha sido un puro teatro que ha transcurrido entre la indencia propia y la vergüenza ajena.
Indecencia propia porque, lejos de asumir responsabilidades o anunciar dimisiones, el presidente del gobierno ha negado todo y, pese a las evidencias, no ha considerado oportuno contemplar, si quiera como una posibilidad, que haya personas en su partido implicadas en este escándalo de financiación irregular y corrupción orgánica generalizada en el partido que actualmente sostiene al gobierno del estado.
Vergüenza ajena porque ha sido capaz de insinuar, incluso, que el Partido Popular es implacable con los corruptos, cuando desde que se empezaron a conocer informaciones sobre la trama Gürtell ha hecho todo lo posible por dificultar la investigación, ha quitado importancia a los hechos probados e incluso llegaron a defender con uñas y dientes la inocencia de Bárcenas, a quien las presiones del PP a la justicia posibilitaron hasta un archivo temporal del caso, lo que fue recibido por algunos de los principales responsables de la organización como una victoria política.
Y teatro porque, al fin y al cabo, la intervención no ha sido más que un espectáculo televisivo donde un actor se ha subido al escenario para interpretar el papel de víctima de una conspiración contra los intereses de un partido político, con un discurso lleno de incoherencias, medias verdades, retórica emocional populista y algunas mentiras evidentes que, de por sí, demuestran el carácter fiticio de todo lo demás.
"Y ahora quedo a disposición de vuestras preguntas". La última frase del discurso de Mariano Rajoy, que iba dirigida a los suyos pero no a los periodistas ni a los ciudadanos, recoge a la perfección lo que ha representado esta comparecencia para la realidad política del estado. Es decir, absolutamente nada. Un discurso de consumo interno para sus afiliados y palmeros, del cual no se puede sacar otra conclusión que no sea que, ya sin ningún lugar a dudas, el gobierno está en manos de un grupo de personas que toman a la ciudadanía por un cero a la izquierda, y que están dispuestos a defender su corrupción hasta las últimas consecuencias.
Rajoy ha negado que haya cobrado sobresueldos del PP en dinero negro o que dirigentes de su partido hayan percibido "dinero en metálico" que han "ocultado al fisco" y se ha comprometido "personalmente" a desplegar la máxima transparencia, facilitando "todo aquello que sea preciso para que resplandezca la verdad" y no quede la "menor sobra de duda".
En esta línea ha avanzado que la próxima semana sus declaraciones de la renta serán públicas en la página web de Moncloa. "Transparencia total de todo lo que personalmente me afecta y afecta al partido y a sus dirigentes y me refiero a declaraciones de renta y patrimonio y cuanto sea relevante", ha enfatizado. Teniendo en cuenta que los cobros en B son precisamente eso, cobros en B, es decir, dinero no declarado a hacienda y que, como tales, no queda recogido de manera oficial en la declaración de la renta, es lo menos que se podía esperar.
Si hasta eso hubiesen negado, el escándalo hubiera pasado ya de ser mayúsculo a ser directamente una tomadura de pelo y un ataque a la inteligencia de las personas. No obstante, solo en casos en los que la persona afectada hubiera descuidado su preocupación por no dejar huellas de sus tropelías, cosa alto complicada a estos niveles de rentas y corrupción, la declaración de la renta podría dar lugar a algún tipo de evidencia que demuestre los cobros en B que los papeles de Bárcenas atribuyen a los implicados. Cosa que, obviamente, dificilmente pasará. Las declaraciones de un tal Díaz Ferrán, por ejemplo, le salían a devolver, mientras cobrara 100.000 euros al mes den negro. No hace falta decir más.
Rajoy ha proseguido su actuación afirmando que esas notas publicadas en la prensa no se sabe "de donde salen" o quien las ha puesto en "circulación" pero han dado pie "a toda clase de infundios" e "inflaman el fariseísmo más descarado por parte de quienes piensan que tienen algo que ganar en este río revuelto", al tiempo de poner el punto tragicómico a su interpretación cuando, en una diatriba propia del mejor Berlusconi, ha afirmado que estar en política le hace "perder dinero".
"Nunca he recibido dinero negro, ni en este partido, ni en ninguna parte. No tengo nada que ocultar. No temo a la verdad. Vosotros sabéis que no he venido a la política ni a ganar dinero ni a engañar a Hacienda", explicando que tiene una profesión al margen de la política, la de registrador de la propiedad, a la que se dedicaría si quisiera ganar dinero, algo que, según ha asegurado, se estaba viendo obligado a decir pero con "pudor".
"No quisiera tener que decirlo, pero me están obligando. Yo sé ganarme la vida", ha señalado. Terminando con una de esas expresiones que son propias de pasar a la posteridad como lo mejor y más recordado de la obra de teatro: "Ocurre que para mí el dinero no es lo más importante en esta vida. Para otros, no lo sé". A la altura, no lo negaran, de aquel "A Dios pongo por testigo que no volveré a pasar hambre", cuando menos.
En definitiva, una mala obra de teatro que no pasará a la historia por su importancia o su trascendencia política, pero que deja a los ciudadanos con la sensación de que les gobierna una organización que ha actuado y actúa con características muy similares a cualquier organización mafiosa. Y además sin preguntas...
Fuente: http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/45833-la-obra-de-teatro-de-rajoy-se-desarrolla-entre-la-indencencia-propia-y-la-verg%C3%BCenza-ajena.html
Indecencia propia porque, lejos de asumir responsabilidades o anunciar dimisiones, el presidente del gobierno ha negado todo y, pese a las evidencias, no ha considerado oportuno contemplar, si quiera como una posibilidad, que haya personas en su partido implicadas en este escándalo de financiación irregular y corrupción orgánica generalizada en el partido que actualmente sostiene al gobierno del estado.
Vergüenza ajena porque ha sido capaz de insinuar, incluso, que el Partido Popular es implacable con los corruptos, cuando desde que se empezaron a conocer informaciones sobre la trama Gürtell ha hecho todo lo posible por dificultar la investigación, ha quitado importancia a los hechos probados e incluso llegaron a defender con uñas y dientes la inocencia de Bárcenas, a quien las presiones del PP a la justicia posibilitaron hasta un archivo temporal del caso, lo que fue recibido por algunos de los principales responsables de la organización como una victoria política.
Y teatro porque, al fin y al cabo, la intervención no ha sido más que un espectáculo televisivo donde un actor se ha subido al escenario para interpretar el papel de víctima de una conspiración contra los intereses de un partido político, con un discurso lleno de incoherencias, medias verdades, retórica emocional populista y algunas mentiras evidentes que, de por sí, demuestran el carácter fiticio de todo lo demás.
"Y ahora quedo a disposición de vuestras preguntas". La última frase del discurso de Mariano Rajoy, que iba dirigida a los suyos pero no a los periodistas ni a los ciudadanos, recoge a la perfección lo que ha representado esta comparecencia para la realidad política del estado. Es decir, absolutamente nada. Un discurso de consumo interno para sus afiliados y palmeros, del cual no se puede sacar otra conclusión que no sea que, ya sin ningún lugar a dudas, el gobierno está en manos de un grupo de personas que toman a la ciudadanía por un cero a la izquierda, y que están dispuestos a defender su corrupción hasta las últimas consecuencias.
Rajoy ha negado que haya cobrado sobresueldos del PP en dinero negro o que dirigentes de su partido hayan percibido "dinero en metálico" que han "ocultado al fisco" y se ha comprometido "personalmente" a desplegar la máxima transparencia, facilitando "todo aquello que sea preciso para que resplandezca la verdad" y no quede la "menor sobra de duda".
En esta línea ha avanzado que la próxima semana sus declaraciones de la renta serán públicas en la página web de Moncloa. "Transparencia total de todo lo que personalmente me afecta y afecta al partido y a sus dirigentes y me refiero a declaraciones de renta y patrimonio y cuanto sea relevante", ha enfatizado. Teniendo en cuenta que los cobros en B son precisamente eso, cobros en B, es decir, dinero no declarado a hacienda y que, como tales, no queda recogido de manera oficial en la declaración de la renta, es lo menos que se podía esperar.
Si hasta eso hubiesen negado, el escándalo hubiera pasado ya de ser mayúsculo a ser directamente una tomadura de pelo y un ataque a la inteligencia de las personas. No obstante, solo en casos en los que la persona afectada hubiera descuidado su preocupación por no dejar huellas de sus tropelías, cosa alto complicada a estos niveles de rentas y corrupción, la declaración de la renta podría dar lugar a algún tipo de evidencia que demuestre los cobros en B que los papeles de Bárcenas atribuyen a los implicados. Cosa que, obviamente, dificilmente pasará. Las declaraciones de un tal Díaz Ferrán, por ejemplo, le salían a devolver, mientras cobrara 100.000 euros al mes den negro. No hace falta decir más.
Rajoy ha proseguido su actuación afirmando que esas notas publicadas en la prensa no se sabe "de donde salen" o quien las ha puesto en "circulación" pero han dado pie "a toda clase de infundios" e "inflaman el fariseísmo más descarado por parte de quienes piensan que tienen algo que ganar en este río revuelto", al tiempo de poner el punto tragicómico a su interpretación cuando, en una diatriba propia del mejor Berlusconi, ha afirmado que estar en política le hace "perder dinero".
"Nunca he recibido dinero negro, ni en este partido, ni en ninguna parte. No tengo nada que ocultar. No temo a la verdad. Vosotros sabéis que no he venido a la política ni a ganar dinero ni a engañar a Hacienda", explicando que tiene una profesión al margen de la política, la de registrador de la propiedad, a la que se dedicaría si quisiera ganar dinero, algo que, según ha asegurado, se estaba viendo obligado a decir pero con "pudor".
"No quisiera tener que decirlo, pero me están obligando. Yo sé ganarme la vida", ha señalado. Terminando con una de esas expresiones que son propias de pasar a la posteridad como lo mejor y más recordado de la obra de teatro: "Ocurre que para mí el dinero no es lo más importante en esta vida. Para otros, no lo sé". A la altura, no lo negaran, de aquel "A Dios pongo por testigo que no volveré a pasar hambre", cuando menos.
En definitiva, una mala obra de teatro que no pasará a la historia por su importancia o su trascendencia política, pero que deja a los ciudadanos con la sensación de que les gobierna una organización que ha actuado y actúa con características muy similares a cualquier organización mafiosa. Y además sin preguntas...
Fuente: http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/45833-la-obra-de-teatro-de-rajoy-se-desarrolla-entre-la-indencencia-propia-y-la-verg%C3%BCenza-ajena.html
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