Tal y como esperaba el Ministerio de Asuntos Exteriores, el
Gobierno de Cuba ha hecho un gesto en la XXII Cumbre Iberoamericana, que
se celebra ayer y hoy en Cádiz, y le ha cogido el guante: el canciller
cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez, confirmó a su llegada a
nuestro país que se "considerará detenidamente" la petición formal de
repatriación del dirigente del Nuevas Generaciones del PP, Ángel
Carromero, condenado a cuatro años en la isla por homicidio imprudente.
Carromero conducía el vehículo en el que viajaban cuatro personas, dos
de las cuales (Oswaldo Payá y Harold Cepero, líderes de la disidencia
cubana) murieron en el choque. El cuarto ocupante, el político sueco
Jens Aron Modig, resultó ileso y regresó enseguida a su país.
La
negociación entre ambos gobiernos está encauzada en cuanto a que
Carromero regrese a España, pero el escollo se encuentra, según las
fuentes diplomáticas consultadas, en las dos posibilidades que contempla
el tratado sobre estos casos: la expulsión del condenado, por la que no
habría de cumplir condena, aunque no podría volver a la isla en el
tiempo que estimase el decreto, o el cumplimiento íntegro de la pena
impuesta en Cuba en alguna cárcel española. El Gobierno de Rajoy es
partidario de la expulsión, sobre todo, porque es el deseo de la familia
y los compañeros del PP de Madrid del detenido.
Cuba "considerará detenidamente" la petición de repatriación
Pero
el Ejecutivo de Raúl Castro quiere que Carromero cumpla su pena y así
lo ha trasladado al Ministerio de Asuntos Exteriores: si sólo se tratara
del homicidio imprudente y por cuanto "no hay voluntad dolosa"
-informan las mismas fuentes-, la expulsión sería la figura a
contemplar, como se hizo el pasado mes de enero con el periodista
Sebastián Martínez, detenido por "corrupción de menores", según la
justicia cubana. Sin embargo, las autoridades de la isla recuerdan con
insistencia al Gobierno que Carromero estaba participando y ayudando en
las actividades clandestinas de la disidencia cubana, llevando dinero y
colaborando políticamente.
En Cuba, el Código Penal cubano tiene
variantes suficientes para que el dirigente juvenil conservador hubiese
tenido que enfrentarse a alguna acusación de delito político, que sí
contemplan las normas de la isla. Así, el artículo 124 de la Ley núm. 62
condena a penas de hasta 20 años de cárcel a quienes cooperen con la
disidencia, aunque especifica que se trate de "grupos armados": "El que
dé abrigo, preste ayuda o suministre provisiones a los grupos o
elementos descritos en el apartado anterior [grupos armados] o favorezca
de cualquier otro modo sus operaciones, incurre en sanción de privación
de libertad de diez a 20 años". Cuba recuerda que, para empezar,
Carromero y Modig mintieron al entrar por el aeropuerto internacional
José Martí con visado de "turista".
La Habana recuerda que Carromero mintió al entrar en la isla con visado de "turista"
Los
tribunales cubanos obviaron este punto en el juicio, aunque no lo han
aparcado y apelan al mismo ahora para negociar la salida del líder de
NNGG de la isla y que cumpla su condena de cárcel. Los de Castro
recuerdan, asimismo, que la pena de cárcel en España por homicidio
imprudente es similar a la cubana, tal y como recoge el artículo 142 de
nuestro Código Penal: "El que por imprudencia grave causare la muerte de
otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de
prisión de uno a cuatro años", junto a la privación del vehículo de
motor en su caso.
El ministro de Asuntos Exteriores, José
Manuel García-Margallo, está llevando el asunto con "precisión
quirúrgica", sostienen los conservadores, porque trabaja a dos bandas:
por un lado, negociando con el canciller Rodríguez y, por otro,
informando y asegurándose el silencio de la familia y de los compañeros
de filas de Carromero en Madrid, cuya oposición activa al Ejecutivo de
Raúl Castro es la más contundente del partido. De hecho, la presidenta
del PP madrileño, Esperanza Aguirre, llegó a comparar en un discurso al
joven detenido en Cuba con la cooperante secuestrada en Somalia desde
octubre, Blanca Thiebaut. Fue Margallo quien impuso silencio al partido y
a sus dirigentes si querían que Carromero regresase lo más pronto
posible a España.
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