sábado, 26 de noviembre de 2011

CCOO y el Invierno sindical.



Preguntado por la periodista Ana Pastor el jueves día 24 en Los desayunos de TVE sobre la posibilidad de respuestas en la calle a la política que se espera del gobierno Rajoy, el secretario general de CC OO respondió: En invierno hace frío en la calle. Dijo que era una broma. Parece más bien un lapsus. En todo caso, no tiene ninguna gracia.

Es verdad que se ha sentido y se siente frío en la calle, y no sólo en invierno. Por ejemplo, en esos 1 de mayo rituales, desangelados, tristes… en los que lo único que importa es la foto de la pancarta. O en la movilización convocada por CC OO y UGT el pasado 29 de septiembre, que pareció un 1 de Mayo. También se dice que “salieron fríos” el 24 de septiembre, después de escuchar la música celestial que les tocó su secretario general, los 20.000 delegados reunidos por CC OO en el Palacio de Vista Alegre de Madrid (una cifra que demuestra hasta qué punto sigue siendo necesario contar con CC OO para la resistencia en los lugares de trabajo y, precisamente, en la calle). Y no hay que olvidar que todo el pueblo trabajador se congeló cuando a finales de enero, CC OO y UGT firmaron con el gobierno y la patronal la “reforma de las pensiones”, la madre de todas las reformas que siguieron y seguirán, incluyendo la de la negociación colectiva; allí se destruyó la temperatura social, al menos templada, que se alcanzó con mucho esfuerzo colectivo en la huelga general del 29-S del año pasado. En fin, quedaron fríos también los militantes de CC OO críticos con la “reforma”, amenazados en las asambleas por los portavoces de la dirección si mostraban su desacuerdo.
Viene de lejos este frío no meteorológico, fabricado, social. Se escucha su eco cuando en la misma entrevista de TVE, Toxo añora al gobierno del PP de 1997, alaba el talante de Rajoy y se felicita de lo bien que van las negociaciones para el traspaso de poderes como un signo de normalidad democrática. Cuando la democracia es lo más anormal que pueda existir en nuestra sociedad.
Es tremendo comprobar cómo organizaciones imprescindibles para la resistencia social se van convirtiendo en corporaciones sometidas al imperativo de la concertación social, que es finalmente lo único que saben y que quieren hacer. No es, por cierto, sólo un fenómeno español. Hay señales similares en otros países. Por ejemplo, en Italia, donde la secretaria general de la CGIL, Susanna Camuso, afirmó hace unos meses el derecho a que sus conversaciones con la presidenta de la patronal Confindustria, Emma Marcegaglia, pudieran ser secretas (se entiende que para su propia base).
Hay afortunadamente otros sindicalismos activos en Europa, que no le temen al frío de la calle. Por ejemplo, en estos días, en Grecia, el sindicato de electricistas (de mayoría PASOK: la lucha de clases es complicada…) ha ocupado la empresa encargada de emitir las nuevas facturas eléctricas que incluyen un impuesto recién creado que impedirá el acceso a la electricidad de una parte de la población trabajadora. El sindicato traba así la emisión de esas nuevas facturas. El gobierno técnico   e   independienteles ha echado encima a los antidisturbios y les ha amenazado con la cárcel, pero los sindicalistas hasta hoy resisten a las amenazas. También aquí mismo, ese sindicalismo está vivo en las luchas que se oponen a las inagotables embestidas de “ecortes” de la Generalitat de Catalunya.
No sabemos cuáles son las perspectivas de estas movilizaciones. Sabemos que es muy difícil que obtengan buenos resultados a corto plazo. Pero en todo caso, señalan por dónde hay que marchar para no someternos a los “deberes” del mercado. Con posiciones como las de Toxo terminaría teniendo razón su antecesor en el cargo, José María Fidalgo, cuando animó a los dirigentes del PP a seguir adelante con sus “reformas” porque las resistencias sociales serán   muy   débiles.
Hay que intentar cambiar el rumbo de los sindicatos mayoritarios. Es más que dudoso que el pacto de ayuda mutua establecido entre CC OO e IU sirva para este objetivo. Son el sindicalismo combativo y los movimientos sociales, en primer lugar, el 15-M , quienes pueden calentar las calles.

Miguel Romero es editor de VIENTO SUR

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