En Siria estamos asistiendo a una nueva agresión imperialista protagonizada por EE.UU., la UE y sus socios en la zona (Israel, Arabia Saudí, Jordania, Turquía y Qatar) cuyo objetivo es la recolonización de Oriente Medio y Asia central.
El guión se vuelve a repetir. Desde hace meses asistimos a una preparación mediática para la guerra. Al igual que hicieron en Libia, la propaganda de guerra occidental se ha basado en informaciones sesgadas, medias verdades, falsificaciones y burdas mentiras para convencer a la opinión pública de la necesidad de una intervención.
Y vuelven a sacar una excusa (“armas químicas” en este caso) para el ataque, olvidando de manera intencional las armas químicas usadas por EE.UU. en el asalto a Faluya (Irak) o por Israel en la Operación Plomo Fundido en Gaza. Sin embargo, EE.UU. e Israel nunca han sido penalizados por el empleo de armas prohibidas, mas aún se presentan como un modelo de “democracia” que garantiza el orden mundial (el que ellos intentan imponer).
Los que usaron las bombas atómicas contra población civil en Hiroshima y Nagasaki; los que usaron armas químicas en Vietnam; los que apoyaron brutales dictaduras militares como la de Argentina o Chile o sin ir tan lejos como la del dictador Franco; invadieron estados soberanos inventándose falsas excusas (la presencia de Bin Laden en Afganistán cuando estaba en el aliado Pakistán o las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak) no tienen ninguna credibilidad para presentarse como salvadores del mundo y defender los mismos derechos humanos que en tantos lugares ayudaron a aplastar.
Siria es el único estado laico no alineado con EE.UU. que queda en toda la zona. La oposición salafista, armada y financiada por las potencias coloniales, actuando bajo el lema “Alauitas a la tumba, cristianos a Beirut”, está quebrando la convivencia multicultural de Siria en su determinación de establecer una dictadura islamista. Los mercenarios salafistas encarnan la avanzadilla del imperialismo en su intento por romper Siria en partes para así poder controlarla mejor, como elementos de la propia oposición laica opuesta a la intervención extranjera han denunciado.
Desde nuestra inquebrantable adhesión al derecho de autodeterminación de los pueblos y el respeto a la soberanía nacional, nos manifestamos contra cualquier intervención o injerencia extranjera en Siria, con o sin el aval de la ONU. El futuro de Siria lo debe decidir democráticamente el pueblo sirio que tiene derecho a manifestarse por sus derechos y contra cualquier arbitrariedad del actual gobierno. Asimismo deben respetarse los derechos de las minorías nacionales (como el pueblo kurdo) y religiosas (alauitas, cristianos, drusos).
Denunciamos al Gobierno español que al enviar una fragata al Mediterráneo Oriental se ha alineado con EE.UU. y sus planes de agresión. Exigimos que el suelo de nuestra nación, Andalucía, no sea usado como plataforma de agresión contra otros pueblos. Exigimos un referéndum sobre la existencia de bases militares agresivas como la de Rota, Morón y Gibraltar para que el pueblo andaluz se pronuncie y determine su destino. Tal y como hubiera hecho Blas Infante, padre de la patria andaluza, exigimos del Gobierno andaluz un pronunciamiento claro contra el uso de estas bases.
Hacemos un llamamiento al pueblo trabajador andaluz a secundar todas las movilizaciones a favor de la paz y contra esta nueva guerra de agresión y a mostrar en las mismas la solidaridad con la clase trabajadora y el pueblo sirio.
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