lunes, 16 de septiembre de 2013

No podemos quedarnos de brazos cruzados, nuestro futuro y ahora más que nunca, depende de ello.




Desde el pasado mes de julio, en nuestra zona rural se vive bajo una amenaza que puede repercutir de manera considerable al futuro de nuestros pueblos. La puesta en venta de la finca pública de La Almoraima por parte del ministerio comandado por Miguel Arias Cañete es algo a lo que entre todos y todas debemos decir que no.

Pero no basta con decir que no, hay que implicarse en la causa y luchar hasta el conseguir que esta finca con estos parajes sin igual y con una infinidad de recursos que bien aprovechados mediante la autogestión y el cooperativismo asociado, sea el motor que reactive nuestra economía rural.

El gobierno de la Junta de Andalucía no puede esperar más, y debe solicitar al gobierno central las competencias de estas tierras, además de incluirlas dentro del banco de tierra andaluz. Nuestro futuro depende de ello, y es el pueblo quien tiene la obligación de salir a la calle si es que de verdad queremos abandonar toda la miseria esta que nos circunda, herencia gracias a las políticas que de siempre estuvieron del lado del monopolizador de recursos y economía.


Como muchas personas que también lo hicieron, yo nací, al igual me crie aquí, más vimos como de siempre nuestros antepasados vivieron y como hoy en día se sigue viviendo de lo que dan nuestros montes. Tenemos la fortuna de que solo con alzar la mirada, tenemos a la vista uno de los bosques más extensos de Europa con casi 2.000 km2 y de una riqueza forestal y de especies animales incomparable, y si de verdad tanto decimos que queremos nuestra tierra, pues por la tierra hay que luchar, y más cuando parte de ella y siendo pública además, se ve amenazada como lo está, y ojalá que no lo sea en futura manos de un terrateniente.


En este escrito, el cual lo hago a título personal y no en representación del SAT-Jimena-Campo de Gibraltar, pido una apuesta en común y no solo en defensa de La Almoraima, si no de la integridad del Parque Natural de los Alcornocales y en especial de toda tierra pública dada en él. ¿Y por qué en especial la tierra pública?, pues considero que son los propios ayuntamientos que ocupan parte de este parque natural, los que tienen que solicitar subvenciones para la construcción de plantas de transformación, una industria donde se manufacture para empezar la materia saliente de las fincas públicas, a través siempre del cooperativismo asociado, puesto que si la tierra es pública, pública debe ser la transformación de sus recursos, y nada, nada de capital privado.

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