domingo, 2 de septiembre de 2012

El Partido Popular destapa su verdadera ideología.

“El portavoz del PP en Leganés (Madrid), Jesús Gómez Ruiz, ha considerado que habría que desposeer a los padres comunistas de la tutela de sus hijos, por pertenecer a la secta más criminal que la Historia jamás haya visto”.

Más adelante, el todavía edil, precisa: “habría que desposeer a los padres comunistas de la custodia de sus hijos por ser una “secta criminal” y “por inculcar a sus hijos una representación teórica de la realidad absolutamente falsa que les provocará en el futuro serios problemas de adaptación social y un agudo sentimiento de infelicidad, y acto seguido enviar a estos niños (y a los padres también) sin pérdida de tiempo a un campo de reeducación”.

¡Ya estamos todos! ¿Ideas democráticas? ¿Desposeer a los padres comunistas de la tutela? ¿Campos de reeducación? Esta es la verdadera “ideología” de la derechona española, aupada por unas elecciones democráticas -en las que no cree- a las máximas cotas del poder en nuestro país.


Impactado aún por la lectura, con una mezcla de asco infinito y horror, pienso en los “campos de reeducación” a los que se refiere una persona que cobra de un presupuesto municipal y que ocupa un importante cargo en la directiva regional de su partido, y me pregunto si se serán del mismo tipo de los de Auschwitz-Birkenau o Mauthausen, cuya especial “reeducación” acababa en la ceniza de un horno crematorio. 

El Partido Popular no ha condenado nunca el golpe de estado, la represión y los cientos de miles de crímenes del franquismo, su presidente fundador participó como ministro en ambas cosas, y sus militantes y cargos hacen cada día una recreación de esta ideología en todas sus actuaciones. Se ponen de “demócratas puros” al exigir condenas del terrorismo a los demás cuando ellos practican el terrorismo verbal, paralegal y estatal más depurado.

Da pavor contrastar que una persona que sueña con desposesiones de tutela en función de tener una determinada ideología o con campos de esto y lo otro, ocupe un cargo público sin que sus conmilitones, que van por la vida de demócratas de aluvión, digan esta boca es mía.

Todo parecen ya cuestiones subsidiarias, meros trámites, el ADN ideológico es muy difícil de borrar y estos especímenes sólo aguardan ya, cara al sol, ponerse el brazalete con la cruz gamada. En su brazo, en su frente, en sus alcaldías y en sus ministerios. 

 

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