jueves, 16 de febrero de 2012

Civilizadas lecciones de hipocresía. Rebelión.org.

La vieja Europa y su doble discurso.

Mientras desde Inglaterra se acusa al gobierno argentino de “colonialista” por reivindicar la soberanía de Malvinas, el Tribunal Supremo español condena al juez que pudo perseguir a represores extranjeros pero no se le permitió investigar el terrorismo de Estado que sufrieron sus compatriotas en su propio país.


La “vieja y civilizada” Europa -castigada por una crisis económica y social que no tiene otra explicación que el empecinamiento ideológico de sus gurúes neoliberales- sigue no obstante dándonos lecciones de democracia. Justamente, desde dos de sus más grandes, antiguos e importantes países; esos que han sido protagonistas de la historia universal; esos que han sido imperios -si es que han dejado de serlo-; esos que todavía tienen reyes, príncipes y nobles. Sí, el Reino Unido y España -nuestra “Madre Patria”, mal que nos pese-. 


Desde Londres, el gobierno conservador de David Cameron envía pertrechos bélicos nucleares para cuidar unas islas usurpadas hace 179 años y anuda futuros negocios petroleros con Estados Unidos, mientras acusa de “colonialismo” a sus legítimos dueños e invoca el principio de “autodeterminación de los pueblos”, ese que tanto respetaron en la India, por citar un caso entre tantos.


O que debieron respetar aquí mismo, en 1806 y 1807, cuando fueron expulsados primero por las tropas del virrey español Liniers y luego por el pueblo organizado que tres años después también se sacaría de encima el yugo español.


Aquella “autodeterminación” les arrebató la bandera del Regimiento 71 de Highlanders escoceses, que está en el museo del Cabildo Histórico de Buenos Aires. Pero claro, ellos en el British Museum tienen otro tipo de trofeos, como los bajorrelieves del palacio de Nínive -en la actual Irak-, el busto de Pericles y frisos del Partenón -Grecia-, las Huellas de Buda -India- y una colección egipcia de momias, obeliscos y hasta la famosa Piedra de Rosetta, que se la arrebataron en Alejandría a los franceses en 1801 y quizás por eso hayan tenido “cien años de perdón” ya largamente prescriptos. Es la fachada elegante y culta del imperialismo, que por supuesto también incluía el despojo territorial, el saqueo de riquezas no culturales y la violación y el degüello en masa.


Pero son ellos los que se quejan del “colonialismo” del gobierno argentino. Es como -si vale un ejemplo vernáculo- una manifestación de vinchucas contra el mal de Chagas-Mazza. Vinchucas rubias en este caso.


Mientras tanto, desde Madrid llega la noticia de la condena del Tribunal Supremo contra el juez Baltasar Garzón, de 11 años de inhabilitación por ordenar escuchas telefónicas cuando investigaba una red de corrupción que involucraba al gobernante Partido Popular. En lo que se presenta como una supuesta salvaguarda del “derecho a defensa”, hay en realidad una obvia y burda represalia por haberse atrevido a pretender juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen falangista ultra-católico de Francisco Franco desde la guerra civil de 1936-1939 hasta 1975.


Es el mismo juez que detuvo al genocida chileno Augusto Pinochet en Londres y que mandó a cárceles de España a represores argentinos cuando acá estaban todavía protegidos por las leyes de impunidad.


El mismo que el 10 de agosto de 2010, cuando visitó Córdoba para presenciar el juicio a Jorge Rafael Videla, fue increpado por quienes se revelaron como partidarios no sólo del dictador argentino, sino también de sus inspiradores en el Viejo Continente: “¡Vivan los falangistas! ¡Vivan los cristianos de España! ¡Vaya por los terroristas de la ETA!”.


Ante semejante reivindicación y en medio de una batahola, la ex presa política Soledad García, descendiente de españoles -la misma que le retrucó a Videla aquello de que “el desaparecido no tiene entidad”-, alcanzó a gritar: "¡Viva Federico García Lorca!". El incidente fue una demostración de la vigencia de la ideología y la profundidad de las secuelas del franquismo.


Luego de calmarse los ánimos, durante la conferencia de prensa el juez español dijo: “La Argentina está dando hoy un ejemplo al mundo entero con las iniciativas de justicia que está teniendo (lo que) demuestra que no se rompe una sociedad por la acción de la justicia, sino que se refuerza. (…) Es el camino más adecuado para hacer compatible verdad, memoria y justicia”.


Por seguir ese camino, Garzón ha recibido una condena que, de no prosperar la apelación, pondrá fin a su mundialmente reconocida carrera de magistrado. Un fallo por el que el gobierno de Mariano Rajoy tendrá un “absoluto respeto”, como rápidamente adelantó.


Son las lecciones que nos prodiga la civilizada Europa. Clases magistrales de hipocresía.




(*) Alexis Oliva es periodista.


No hay comentarios: