martes, 26 de febrero de 2013

Ni dogmatismo ni oportunismo: El SAT no es IU



Era de esperar. El éxito cosechado por la Marcha Obrera del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as  ha atraído a las más diversas organizaciones de la izquierda andaluza y estatal. Realmente la atracción vino más atrás, cuando se produjeron las acciones simultáneas del Carrefour y del Mercadona en los municipios de Arcos de la Frontera y de Écija. Ahí el SAT entró en un bucle mediático que aun no ha acabado, cumpliendo así el objetivo marcado de que se hablara de la crisis de una forma más cercana de lo que hablan los medios habitualmente y adquirir protagonismo para poder hacer arrancar la lucha de los trabajadores y las trabajadoras de Andalucía. No se pretendía otra cosa.


Ese protagonismo es un arma de múltiples filos. Al peligro más que evidente aunque de momento no materializado de que los medios de comunicación burgueses consigan desvirtuar el núcleo de razones que justifican el inicio de acciones como las de los supermercados o las acciones sorpresa realizadas a lo largo la Marcha Obrera, desvirtuando así su sentido y poniendo en contra de ello a la clase obrera, se suma otro peligro relativo. El éxito de la acción posterior a la de los supermercados, es decir, la Marcha Obrera ha atraído a multitud de trabajadores y trabajadoras y a un sector importante del espectro político de la izquierda andaluza y estatal. Esto es positivo en todo caso. Pero es también un caldo de cultivo excepcional para el oportunismo.
 
Desvirtuar el origen de la Marcha Obrera no tendría porqué ser el objetivo de ninguna de las organizaciones participantes en esta iniciativa llevada a cabo por el SAT. Sí que resulta preocupante que organizaciones como IU que no ha mostrado precisamente su condescendencia con el sindicato criticando de manera pública la acción de los supermercados cuando el vendaval de los medios de comunicación soplaba fuerte o llegando incluso a bendecir de forma indirecta el primer desalojo de Somonte al pactar en el Gobierno de la Junta con el PSOE horas después de que se produjera, ahora de repente sientan un apego repentino y pasional por el SAT, apoyando todas las etapas de la marcha incluso con la presencia de destacados miembros de la dirección o “mediáticos” [1] en una suerte de proceso estilo “el árbol y las nueces”, donde los que militamos en el SAT nos llevamos las multas, las denuncias y la peticiones de cárcel, y ellos se ponen una espléndida medalla ganada por los que se arrastraron por el fango currándose el sindicato día tras día y acción tras acción.

Este tipo de oportunismo, es más que evidente y probablemente lo estén llevando a cabo los que despellejarán a Sánchez Gordillo y a la CUT entera si se deciden finalmente por dejar la coalición dentro de unos meses, por lo que el SAT volverá a ser para ellos ese sindicato peculiar de Gordillo que ocupa cosas al que hay que tomar por ultraizquierdistas o por locos directamente usando fórmulas como “No comparto la forma pero sí el fondo” (Para muestra un botón [2]). Y en ese caso no tendrían ni que guardar la compostura un poco como ahora, que al fin y al cabo le deben a Gordillo gran parte de su último “éxito” electoral en las últimas elecciones andaluzas. En definitiva, mejor no adelantar acontecimientos aunque lo que sí es un hecho es que antes del golpe mediático, el SAT recibía bastante indiferencia por parte de algunos, pero ahora repentinamente mueren con el sindicato en la Marcha Obrera banderita en mano. Raro es.

También existe la posibilidad de que se empiece a querer tornar la Marcha Obrera en el inicio del enésimo intento de movilizar al “pueblo español” bajo la bandera de la República Española. No es ese el objetivo de esta marcha. Cierto es que la crisis golpea a todos los pueblos del Estado Español, pero no a todos por igual. Cuando el momento político empieza a ser propicio para la movilización popular, el Pueblo Andaluz despierta y se echa a la calle con la verdiblanca en la mano. Pasó en los años 70 y ahí ya se acabó desactivando con la treta española de la Autonomía. De repente el poderío del andalucismo se quedó en los huesos y brotó el engaño. Andalucía pasaba de tener ese potencial movilizador y esa conciencia nacional emergente capaz de ir cuajando hasta llegar a la liberación nacional, a celebrar rojigualda en mano el triunfo de un equipo de fútbol 30 años después de las manifestaciones del 4 de Diciembre en las que se bramaba contra cualquier bandera española que hubiera en un radio de kilómetros. No se puede caer en el engaño otra vez, y Andalucía, que una vez más llegado el ambiente reivindicativo provocado por la desesperación que comienza a haber en las familias andaluzas, comienza a despertar su orgullo como Pueblo y a tomar conciencia de sí misma, no puede permitirse una vez más que nos corten suavemente la vía para llegar a la solución de nuestros problemas, que es la soberanía nacional. Que se le llame autonomía si se prefiere, pero que sea autonomía de verdad, que podría requerir incluso la independencia para hacerse efectiva.
Y el que vea falta de solidaridad en este argumento es que no ha comprendido que es muy posible luchar por la soberanía política y a la vez ser un pueblo solidario de la misma forma que se puede poseer esa soberanía política y ser un pueblo solidario, como lo es Cuba por ejemplo, que es un ejemplo de solidaridad internacional total, a la vez que su Revolución tiene un componente patriótico decisivo.

Hoy a los andaluces y a las andaluzas nos toca hacer de nuestra problemática concreta ese núcleo de razones que cada nación por si misma tiene que analizar a su ritmo y de la forma que vea oportuna. Tampoco estoy diciendo nada descabellado; en realidad se ajusta bastante bien a los propios estatutos del Sindicato Andaluz de Trabajadores [3], que se considera nacionalista andaluz de izquierdas. Al fin y al cabo, no es mucho pedir que aquello que el SAT reivindica y las razones que utiliza sean respetadas en esencia, como cabría respetar en lo esencial la argumentación de cualquier otro colectivo que convoca una movilización y a la que pudieran adherir otras organizaciones.

Pero ojo, el oportunismo puede llegar a crear paranoias que minen las movilizaciones de forma incluso peor que el propio oportunismo. No han sido pocas las voces que en diversos ambientes han comentado tanto desde dentro como desde fuera de la propia marcha que las banderas republicanas españolas no tendrían que estar en la Marcha Obrera probablemente avivadas por una pretendida preocupación por cuidar la pureza de la misma. ¿Habría que llegar a tanto? Yo personalmente no lo creo. Tampoco es que me chifle que estén, pero la verdad es que yo al menos las entiendo como el apoyo de otras tendencias a la Marcha Obrera del SAT, sin necesidad de arropar necesariamente el espíritu de la marcha bajo el mantón tricolor como en otros momentos arropó las ansias de Andalucía que el aletargado Pueblo Andaluz incubaba hace años. No tiene porqué ser así.

Deben ser simplemente eso, apoyo a las reivindicaciones del SAT, que son justas, que muchas son extrapolables al conjunto de las naciones del Estado Español como es natural y que cada una deberá solucionar en base a sus ritmos y circunstancias, y otras, como el reparto de la tierra por ejemplo, que es algo fundamental, no son extrapolables a ningún otro territorio del Estado Español. Mientras el SAT siga siendo el SAT, la Marcha Obrera y todo lo que venga después seguirá haciéndose tratando de encender la mecha del Pueblo Andaluz y de todo el que se arrime, pero no la de encender cuadriculadamente la mecha en todo el Estado Español, porque eso es muy digno de querer hacer, pero no es el cometido elegido por el SAT, cuyo marco de acción es el andaluz. Por poner un ejemplo reciente: El apoyo del SAT a iniciativas como la Marcha Negra iniciada en el norte del Estado Español no debería confundirse con una adhesión de un colectivo del “sur de España” a una iniciativa originada en el “norte de España”, sino como la adhesión de un colectivo andaluz que como parte de una nación andaluza que pretende ser solidaria hace. Eso no está reñido con nuestra reivindicación de soberanía nacional.

Por tanto, lo normal es que sean bienvenidas todas las tendencias de izquierda andaluzas, estatales, de fuera del Estado Español, y de todos los Pueblos del Mundo, porque mantener la esencia de lo que hoy es el Sindicato Andaluz de Trabajadores/as no supone excluir a nadie de ninguna parte. Pero tampoco es de recibo que de repente IU pretenda absorber el sentido de la Marcha Obrera del SAT o al propio SAT. Juntos pero no revueltos.

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